Capítulo 5

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ALEJANDRO
Ya me había instalado en la casa del esposo de Cornelia, quería averiguar la razón por la cual Maeve había dejado de escribirme y por fin luchar por ella, aceptaba que Evie solo sería una amiga, no podría ser de otra forma pero a Maeve la quería para toda la vida como mi mujer. Cuando estuve frente a la residencia de la familia McFarlan fui rápidamente recibido por mi tía Nayra, la casa no había cambiado mucho desde la última vez que estuve aquí, mi tía nos hizo instalarnos en la sala.

—Alejandro que alegría verte, ¿por qué no avistaste que estarías en Londres? Evie salió pero…

—Tía, con la que por favor me gustaría hablar es Maeve.

—Oh, ya iré a buscarle estará tan feliz de verte. Ha estado muy melancólica  —dijo Nayra, lo que me hace pensar que tal vez hay un problema y por eso Maeve no ha podido responderme, cuando mi tía salió de la sala me quedé de pie esperando que la pequeña rubia viniera a recibirme, quería tanto volver abrazarla y escuchar su voz.

Notaba como mis manos comenzaban a temblar de los nervios al solo pensar en ella.

—Así que es cierto. Estás aquí —escuché su voz detrás de mí, me volteé para mirarla.

Sus cabellos se encontraban más largo y oscuros, incluso la noté más rolliza pero igual la veía perfecta. ¡Volvía a tenerla frente a mí después de meses!

—Maeve…—quise ir hacia ella para abrazarla como siempre había hecho pero al ver el reproche en sus ojos me quedé estático en mi lugar —¿Cómo has estado? —pregunté con un tono inseguro.

—Como si te importara —mis ojos se abrieron de par en par al escucharla hablarme de esa manera tan dura e indiferente.

—¿Qué te pasa?

—¡¿Qué me pasa!? ¡Lo me que pasa es que eres un cínico y un descarado! ¡Después de meses escribiéndote, esperando tus respuestas y tú solo vienes y preguntas: “Qué te pasa”! —fruncí mi ceño.

—¡Fuiste tú quien no me respondió y vienes con ésta hipocresía a reclamarme!

—¡¿Yo?! —exclamó sorprendida y colérica —¡Pero si te escribí por meses, mentecato! ¡Nunca dejé de hacerlo!

—¡Oh, en serio! ¡¿Y dónde están esas cartas que nunca llegaron a mis manos?!

—¡Buena pregunta! ¡¿Dónde están las tuyas sin tanto me las escribiste?!

—Ah, muchachos…

—¡QUÉ! —le gritamos a la tía Nayra y esta nos miró con los ojos abiertos de par en par.
Volvimos a mirarnos y ver tanto reproche en los ojos de mi luna me dolió.

—Vete Alejandro. —me dijo Maeve con un tono lleno de frialdad.

—No te preocupes Maeve, no te molesto más. —la miré por última vez y caminé hacia la salida de la residencia McFarlan.

MAEVE
El salió de mi casa y apenas lo perdí de vista rompí a llorar sentándome en el mueble, oculté mi rostro sollozante entre mis manos y mi madre se sentó a mi lado, acariciaba mi cabeza de forma consoladora. 

—¿Maeve qué fue lo que pasó entre tú y Alejandro? Ustedes jamás se habían tratado así.

—Pasa madre que él me olvidó por meses y ahora llega de buenas a primeras creyendo que lo perdonaré así de simple. —respondí con tanto reproche en mi tono —¡Pero no se lo pondré fácil mamá! Él va tener que esforzarse para volver a ganarse mi confianza.

Mi madre sonrió.

—Como se nota que eres hija mía. Yo hice lo mismo con tu padre y mira, llevamos años felizmente casados —ella me abrazó y yo me refugié en su pecho como cuando era niña.

©TODO POR AMOR. Trilogía: Amores Verdaderos 2Where stories live. Discover now