©TODO POR AMOR. Trilogía: Amores Verdaderos 2

Capítulo 7

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ALEJANDRO
De todas las personas que podían visitarme, no me esperaba que Theo McFarlan viniera a mi residencia. Apenas entró me miró con desaprobación, ambos estábamos en la sala y ninguno había dicho nada, me mostraba sereno esperando con paciencia lo que estuviera preparado para decirme, sea lo que sea podía ver y percibir lo furioso que se encontraba.

—Alejandro siempre me has parecido un muchacho excepcional, inteligente, serio y severo cuando se necesita. Es por eso… que me enfada aún más lo que le haces a mis hijas. —lo miré confundido.

—¿De qué habla tío?

—¡Por tu culpa mis hijas se odian, muchacho! —abrí mis ojos sorprendidos, él realmente estaba colérico, solo veía rojo alrededor de Theo McFarlan. —¡Apenas ayer Evie peleó con Maeve y Maeve arremetió contra Evie y todo por causa tuya! ¡Porque no eres aun lo suficientemente hombre para decidirte por alguna y dejar de estar ilusionando a la otra!

—Mi intención…

—¡No me interesa cual fuera tu intención! ¡Quiero que te mantengas alejado de mis hijas, eso quiero! Las lastimas y una se enfrenta a la otra en retribución. No vas a volver acercarte. —fruncí mi ceño.

—No.

—¿Como?

—No voy alejarme, no ahora que estoy luchando por recuperar la confianza de Maeve. No voy a irme cuando mi deseo es casarme con Maeve y eso haré así te guste o no.

—¡Y si yo no lo permito qué planeas hacer! ¡¿Raptarla?!

—Esa sería buena idea. —reflexioné. Ambos nos levantamos del mueble, mirándonos de manera fulminante, puede que fuera más alto que él pero Theo McFarlan era robusto y podía darme una buena pelea si se lo proponía.

—¡No juegues conmigo muchacho!

—Y no lo hago. Podría solo llevarla a Escocia y casarnos en Gretna Green. —confesé, reconsiderándolo bien la idea ahora no me sonaba tan mal. Raptar a Maeve durante la noche, en las narices de sus padres y llevarla conmigo para hacerla completamente mía.

“Humm, me fascina ese plan”.

—¿La amas? Amas de verdad Maeve? —exigió saber.

—Si. No voy alejarme, no importa cuánto me lo ordenes no lo haré —respondí con severidad y fiereza.

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MAEVE
No podía estar ni un segundo más en la casa, compartiendo el espacio con aquella traidora. Evie y yo no nos habíamos vuelto a hablar, a pesar de las réplicas de mi madre salí de la residencia. Caminaba por la acera sin saber exactamente a donde ir, veía de reojo a todos los que pasaban por mi lado.

—¡Lady McFarlan! —voltee a escuchar mi nombre y vi al duque di Santi caminar hacia mi persona con un sonrisa de amabilidad.

—Excelencia. —dije con cortesía.

—¿A donde piensa dirigirse?

—Sinceramente no tengo ni la más remota idea, solo vago sin rumbo —el duque sonrió.

—Podría decirse que yo estoy igual que usted. ¿No le importaría si la acompaño?

—Para nada, excelencia. —ambos empezamos a caminar uno al lado del otro, manteniéndonos a una distancia prudente que no fuera tema de habladurías.