7 - MI PEQUEÑA PUTA (PARTE I)

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DALILA

Raúl sonrió ampliamente y me sacó de la muchedumbre. Temí tropezar con mis propios pies por la rapidez con que tiraba de mi, pero era imposible. La firmeza de sus manos no lo permitiría, eso era seguro.

Dentro del auto, el ambiente se sentía pesado. El deseo era tan denso que se podía palpar si estirabas la mano.

El cabello de Raúl apuntaba en todas las direcciones, la camisa tenía tres botones sueltos y sus labios entre abiertos lucían mojados y provocativos.

Me escaneó de arriba a abajo y expulsó todo el aire que llevaba contenido. Tomó el volante y nos puso en marcha.

Dios, se veía tan sexy aún con los incontables tragos que llevaba encima.

Sacudí la cabeza y traté de pensar en otra cosa, algo que enfriara mi cuerpo y matara las ganas, pero no podía. Mi mente maquinaba todas las deliciosas porquerías que ese hombre podía hacerme estando solos.

Mi cabeza reposaba en la ventanilla cuando sentí la calidez de sus manos colarse en mi entrepierna. Abrí los ojos de golpe y lo enfoqué. Esa sonrisa cargada de suficiencia avistaba que el momento había llegado.

Raúl no tenía que decir nada, sus expresiones lo gritaban todo.

Mordí mi labio inferior y ahogué un gemido cuando lo sentí frotar mi clítoris en círculos con sus dedos. La humedad crecía en mi feminidad, era impresionanteque me tocara tan profesionalmente. Las sensaciones eran de lo más rico que había sentido en toda mi vida.

-Me encanta cuando te mojas así -su voz me excitaba más que mis propios pensamientos. Jadeé al sentir su cálido aliento rozar mi clavícula- ¿Ya te había dicho que me fascina como hueles?

Me removí incómoda en el asiento y él desabrochó el cinturón de seguridad. Rodó la silla hacia atrás ganando un poco más de espacio y se metió entre mis piernas. Sus manos viajaron acariciando mis muslos quemando todo a su paso.

Cada caricia era una descarga eléctrica para mi cuerpo. No creía posible que alguien pudiera desordenar mis pensamientos solo con un simple tacto, pero ahí estaba Raúl haciéndome gemir sin hacer mayor cosa.

Sus labios presionaron la piel desnuda de mis muslos y enredé la negrura de su cabello en mis dedos para agregarle fuerza.

Joder, ese hombre me descontrolaba y lo sabía, el condenado lo sabía pero disfrutaba jugar conmigo.

Retorcerme era lo único que sabía hacer en ese momento mientras sus dedos seguían entrando, saliendo, haciendo círculos y empapándome. Veía estrellitas y unicornios dorados, eso, sin contar los innumerables espasmos.

Nuestras miradas se conectaron y mi corazón latió a destiempo. No sabía qué cara ponía mientras lo sentía penetrarme con sus dedos, pero él hizo una expresión maravillosa, esa que te avisa que te van a dar hasta por el registro civil.

Sus ojos tomaron ese aire retador y cerró mis piernas.

-Entremos a la casa -ordenó.

Bajé del auto acomodando el vestido que se me subió un poco y sentí un apretón de nalga seguido de un beso en el cuello -Yo que tú entro rápido, porque soy capaz de apoyarte a ese árbol de allá y darte duro sin importar que alguien nos vea -susurró en mi oido y me soltó.

Hubiese tomado por juego esa advertencia, pero habló demasiado en serio. Caminé lo más rápido posible, saqué las llaves de mi cartera y con manos temblorosas abrí la puerta. Tanteé en la oscuridad para buscar el interruptor, pero Raúl me cargó en su hombro como un bulto de papas.

MATAME DE PLACER✔️ [Nueva Edición]Where stories live. Discover now