12 - IMPOSIBILIDADES POSIBLES

507 66 27
                                    

DALILA

No fue hasta que salí de las sábanas que me di cuenta de las lágrimas traviesas que corrían mojando mi cara.

Él tenía novia.

Lo suponía en lo más recóndito pero no quería aceptarlo. Ahora, creo que jamás me había sentido tan ridícula, creer que ese amorío podría tener algún futuro fue lo más descabellado que pude pensar.

El pecho me dolía y sostuve mi propio peso en la puerta de mi habitación que cerré sin hacer ruido.

No sabía a ciencia cierta porqué lloraba si ya lo veía venir.

Un buen amigo me dijo un día que tenía el don de ver las cosas antes que pasaran, pero por cuestionarme es que me pasaron tantos infortunios. Ese tipo de talentos no se sugestionan, solo se aceptan y listo.

Me levanté del suelo cuando se adormeció mi pierna y caí en cuenta que pasé toda la noche tirada en el suelo. Tomé una ducha larga y fría que me ayudó a pensar en qué era lo mejor que podía hacer y decidí por fin salir de esa casa.

No era una cobarde, sino que siendo realista, ya había salido de una relación tóxico-dependiente y no quería volver a lo mismo con alguien que nunca me dejó claras sus intenciones.

Recogí las cosas que compré y las metí en tres maletas grandes. Raúl estuvo llamando a la puerta en más de cuatro ocasiones pero no le abrí, no quería verlo a pesar que necesitaba explicaciones con desesperación.

Pasadas las once de la noche, bajé dos veces las escaleras y saqué las maletas a la calle. Saqué el auto del garaje y manejé hasta un hotel en el centro de la ciudad.

Esa noche la pasé ahí y me sentí como al inicio en la casa de Amelia. ¿Era que todo el que llegaba tenía que verme la cara de estúpida?

Hecha un ovillo en la cama recosté la cabeza en la almohada y la abracé. Sentí tanta lastima por mi, porque ese no era el amor propio del que yo tanto presumía.

¿Qué le pasó a esa Dalila empoderada?

¿Será el amor una debilidad?

No, no podría hablar de amor a un pasión desaforada. Aunque tal vez... solo tal vez había algo más oculto ahí.

Mi estómago rugió en protesta por no haber comido en todo el día, pero lo dejé pasar y esperé a que el sueño llegara y consolara mi alma vacía.

Después de tres días en el hotel decidí que ya estaba bueno de esconderme como una delincuente. Yo no había hecho nada malo -apartando las noches de pasión con Raúl-, así que me mudé a un edificio para comenzar una nueva vida.

Ahí vamos otra vez.

La estancia era bella, decorada modernamente, muy amplia y muy blanca. Mis muebles contrastaban con todo lo hermético del lugar. La cocina se veía impecable y solo habían dos habitaciones. La principal era más grande con un baño divino. Tenía vista a la ciudad.

Al principio me dió un poco duro la soledad, pero luego de tres semanas aprendí a lidiar con ello.

Comencé a leer y me pareció interesante plasmar mis memorias en un libro, así que comencé con la historia de Santiago y mía.

Sé que pensarás: Y dale con lo de Santiago. Pero es bueno sacar lo que te duele. Hablar de lo que te pasa es la terapia más efectiva para superar todo y que se forme un recuerdo limpio.

Terminé por aceptar que existen personas mejores que otras (en un criterio aparte, claro está), que a todos no nos hace feliz las mismas cosas y que por ningún motivo debes permitir un agravio físico de ninguna índole.

MATAME DE PLACER✔️ [Nueva Edición]Where stories live. Discover now