14 - YO SOY EL PADRE

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DALILA

Las palmas de mis manos sudaron más de lo que creía, provocando un temor que no tenía precedentes.

-Te lo iba a decir hoy -aseguré-. No ha sido nada fácil.

No sé de dónde saqué la fuerza para no llorar. Raúl me miraba como si le hubiese dicho algo realmente absurdo.

-¿Te costó tres meses? ¿No pudiste por lo menos alzar el celular y responderme para decírmelo? -sonrió irónicamente-. Esto es absurdo.

Traté de entenderlo, pero me defendí -A penas me enteré y no sabía cómo explicarte esto que es tan delicado.

Bajé la cabeza y entonces soltó algo que no me esperé -¿Era difícil para ti que te fuiste de aquí porque volviste con Santiago?

Creo que por ahí no iba la cosa.

-Espera ¿De qué hablas? No estoy entendiendo absolutamente nada.

¿No sé suponía que él estaba hablando de..?

-Sí que sabes de lo que te hablo -dijo mirándome fijamente- ¿O es que crees que soy tan imbécil como para no entender que solo fui una distracción para ti en lo que te ibas a sus brazos? -apretó mis muñecas con fuerza, me dolió- Dime ¿Ya te diste cuenta que él nunca será lo que tú esperas?

Mis ojos se cristalizaron al ver su expresión. Jamás lo había visto tan fuera de sí. Quise explicarle todo, pero no me lo permitió, seguía diciendo que solo había descargado con él mi desaforada pasión juvenil y que nada de lo que vivimos fue real.

Cuando logró callarse, respiré un par de veces antes de hablar -¿Ya terminaste? -asintió-. Entonces suéltame y no vuelvas a ponerme un dedo encima en lo que te resta de vida ¿O qué creíste? ¿Que me ibas a decir todas estas cosas y me iba a quedar callada? Pues no, ahora me vas a oír. La que debería indignarse soy yo, pues te dabas baños de bondad, compresión y un montón de estupideces sin sentido y al final resultaste siendo la misma mierda, pero decorada. Y sobre lo que vine a decirte, está bien, lo sabrás: Sí, me fui porque Santiago me llamó y follamos muy rico poniendo en práctica todo lo que aprendí contigo. Fuiste bastante iluso al creer que una mujer madura como yo tomaría en serio a alguien como tú. Pídele ayuda a alguien para que te bajes de esa nube. Supongo que después de haberte dicho todo esto, ya no hay más nada de qué hablar.

Sonreí y sus ojos estaban cristalizados por un fino espectro, pero no derramó ni una lágrima.

-Sí, supongo que después de esto no hay nada de qué hablar.

Me levanté de la cama y la puerta se abrió estrepitosamente -Aguacate, me acaba de llamar la modista para que mañana vaya a medirme el vestido de novia ¿Me acompañas? -cuando la chica me enfocó y miró mis lágrimas y la cara de Raúl, hizo una mueca de disculpa-. Perdón, no sabía que hablaban de algo importante.

Limpié mi cara -Descuida -acaricié su brazo-. Felicitaciones por tu matrimonio, deseo que seas muy feliz, te lo mereces.

Cuando estaba a punto de salir, ella me sujetó del brazo -¿Por qué no se queda a cenar?

-No es conveniente -sonreí-. Que pasen buena noche.

Después de despedirme de una Amelia que se cansó de pedirme que me quedara a cenar, salí corriendo de esa casa y manejé como una loca a un destino desconocido.

Pisaba el volante con furia mientras las lágrimas caían y me reprochaba a mi misma por haber ido a esa casa.

Si Raúl no confiaba en mí, no era necesario que tratara de explicarle nada. Siempre creyó que era una cualquiera por como me comporté con él en la intimidad, por todas las cosas que le permití hacerme y por darle rienda suelta a mis emociones.

Estacioné el auto en el parque que periódicamente visitaba y me senté en una banca. Todo estaba desolado y sinceramente ya no tenía miedo, todo había sido reemplazado por una rabia que me carcomía el alma.

Raúl se iba a casar con una buena chica, tendría más hijos legítimos y eso estaba bien, tenía toda la vida por delante y dentro de unos años yo solo sería un recuerdo borroso en su vida.

Acaricié mi vientre -Ahora solo seremos tú y yo.

-

Tres meses más pasaron y fueron los más emocionantes, jamás creí ser tan feliz, pero mi vida iba de bendición tras bendición. Había hecho una asociación con una empresa encargada en el turismo como accionista mayoritaria. Esta normalmente se encargaba de crear pasajes todo incluído y nos iba bastante bien.

En el sexto mes de embarazo todo marchaba de maravilla, no había tenido ningún tipo de complicaciones porque me encargué de cuidarme lo más posible durante esos meses.

Cada vez evocaba menos el recuerdo de Raúl, se podía decir que lo había superado por completo.

De Amelia solo supe que se fue a vivir a París con Miguel, su amante furtivo y hombre que la sacó de su soledad. Me contó los pormenores y le dije que sabía que se veía con alguien porque una vez la escuché gimiendo como gata en tejado cuando lo metió a su casa. Ambas reímos a carcajadas recordando nuestra infancia y adolescencia, pero no le conté de mi embarazo, no podía.

En el trabajo hice varios amigos sinceros, entre ellos Cintya, la encargada de Mercadotecnia, Alonso, el encargado de finanzas y María, la jefe de personal. Creamos un vínculo tan fuerte, al punto que creé una fiesta para saber el sexo del bebé y le pedí a Cintya que me acompañara y que la obstetra le dijera el sexo a ella y se encargara de meter los globos del color correspondiente en una caja.

A Fernando le agradecí por no comentar nada de mi embarazo y él dijo que era su trabajo, que no podía revelar nada por ética profesional.

El día tan anhelado llegó y ya todo estaba listo para la fiesta, Cintya ultimaba detalles, ya había llegado María y esperabamos a Alonso. El apartamento estaba adornado con globos rosas y azules, también un letrero con letra preciosita que decía ¿Boy? ¿Girl?

Tenía puesto un vestido matizado en ambos colores y una diadema con flores.

El timbre de la entrada sonó -Ya llegó Alonso -dijo María y fue a abrir la puerta.

Acomodé el pastel y varias flores para que todo se viera más perfecto, pero cuando volteé, el mundo se me cayó encima.

El hombre que había llegado no era Alonso, era Raúl con un ramo de hermosas rosas amarillas, mismas que se cayeron al enfocarme y reparar la decoración, las flores en mi cabello y mi vientre abultado.

¿Cómo había dado conmigo?

No fue necesario preguntarlo, porque en sus ojos ví la decepción reflejada y en su rostro la iluminación del secreto que guardé celosamente.

En ese momento, sin decirle, supo que estaba embarazada y que él era el padre.
































No tengo nada que agregar.

Aquí va el segundo capítulo que les prometí.

Denme amor, les he traído capítulos en pocas horas. Si comentan mucho subo el otro, esto está picante.

MATAME DE PLACER✔️ [Nueva Edición]Where stories live. Discover now