17 - NECESITA UN NOMBRE

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DALILA

-Dalila, despierta -escuché que aquella voz me llamaba desde la remota lejanía-, despierta.

Palmadas en mi cara y un resplandor blanquecino percibí a través de la inconciencia.

Cuando por fin abrí los ojos, la claridad me cegó. Tenía la vista borrosa por las horas que estuve inconciente.

Mi vista se aclaró y enfoqué a los que estaban en la habitación. María, con un aspecto aliviado, Alonso y Cintya abrazados, el médico canoso observando algún desperfecto en mi y Raúl, vestido con ropa clásica mientras sostenía un pequeño bulto envuelto en sábanas blancas.

A todos los presentes se le notaba la alegría en el rostro por verme despierta y no entendí ¿Tan mal estuve?

-Señora, necesito que mire aquí y siga la luz -dijo el médico y seguí la luz-. ¿Cuantos dedos ves?

-Dos.

-Perfecto. Déjeme decirle que nos dió un susto bastante grande, el parto se complicó. Le dió síndrome de eclamsia en medio de la cesárea y al final nos enfocamos en usted.

-Mi bebé -entendia el término y mi corazón se oprimió al pensar que le había pasado algo malo. Miré a Raúl- Dámelo, por favor.

Raúl sonrió y se acercó lentamente a mi mientras el médico trataba de tranquilizarme diciendo que todo estaba bien, pero me importaba un comino, yo quería verlo. Ni siquiera supe porqué aguanté tanto y no pedí verlo a penas abrí los ojos.

Extendí mi mano canalizada cuando Raúl estuvo bastante cerca y lo tomé en mis brazos por primera vez. Tenía el rostro cubierto para agregarle más suspenso al momento.

Al destapar su carita, lo primero que ví fue un gorro rosa seguido de un ser perfecto en toda la expresión de la palabra. Sus cejas y pestañas eran totalmente blancas, poseía mejillas rosadas y los labios como un corazón. Parecía estar haciendo un puchero todo el tiempo.

Era una hermosa niña y no se parecía en nada a mi, de idéntica a Raúl a excepción del cabello.

Mi corazón se calentó aún más cuando la puse en mi pecho y sentí su calorcito hermoso, el latir de su corazón a destiempo del mío.

Miré a todos mis amigos y estos sonreían con complacencia.

En ese momento conocí al verdadero amor de mi vida, ese que no me pidió nada pero me lo dió todo con su mera existencia. Ese que me dió un impulso para luchar por lo que creía perdido y fue mi acompañante en la soledad después de aquella tarde lluviosa.

Recuerdo que salimos del hospital por la tarde y al llegar al apartamento lo encontré decorado con todas las flores, globos juguetes y fantasías que pudiera imaginar.

Raúl no había dicho ninguna palabra en todo el transcurso, pero sabía que su felicidad era igual de grande que la mía.

La primera noche ni siquiera dormí, solo me quedé admirando a la pequeña criatura de cabello blanco que yacía dormida plácidamente después de pegarse en mi pecho por casi una hora. Raúl nunca se movió de mi lado. Solo besaba mi hombro y acabriciaba mi cabello mientras la veía dormir.

Esos fueron los primeros días. Después me quedaba dormida en cualquier momento y no me enorgullezco, si Raúl no hubiese estado en los momentos cruciales hubiesen pasado desgracias.

Un día desperté después de un largo letargo y encontré a Raúl sentado en la mecedora con nuestra hija, sosteniendola mientras tenía una conversación con ella.

Saqué el celular y comencé a grabar un vídeo.

-Sabes -le decía-, nunca creí que una mujer me doblegaría -meneó su nariz dentro del cuellito de nuestra bebé-, pero mírame aquí ¿Crees que no sería capaz de bajarte la luna si un día me la pides? ¿Crees que no sería capaz de ver arder el mundo su alguien te hace llorar alguna vez? Hija, sé que eres muy pequeña ahora y no me entenderás, pero las palabras nunca llegan vacías y tengo la certeza que quedarán en tu corazón. Debes saber que en la vida lo único seguro es que te romperán el corazón, pero debes ser fuerte, valiente y darte tu valor. Nunca permitas que alguien te haga sentir inferior, porque tú naciste para cosas grandes. El que estés aquí es el milagro más hermoso que he podido recibir, ya que en mi vida había planeado tener hijos, solo miraba por mi mamá y por mi, pensaba que no era lo que quería y en efecto, eres lo que necesitaba.
No te prometo que voy a estar toda tu vida contigo, pero prometo estar para ti toda la mía>>

Al final de la grabación parecía una tonta llorando. No imaginaba que el trasfondo de esas palabras llevaban un presagio. Hay personas que sienten que algo malo va a pasar y tienen la necesidad de expresar lo que sienten. O al menos eso pude ver.

-

La cesárea me dolía en la vigésima madre. No me podía levantar de la cama en los primeros días y necesitaba ayuda para bañarme. Raúl se ofreció de buena fe, pero al rechazarlo contrató a una enfermera para que cuidara de mi.

El primer mes pasó y nuestra hija se hacía cada vez más hermosa. No me importaba más que verla y acariciarla, hasta que un día Raúl estaba en la cama viéndola jugar con su sonaja y me miró.

-Dalila -hundió sus cejas-, no es que me moleste llamarla "bebé" todo el tiempo, pero ¿No crees que necesita un nombre?

Creerán que estoy loca, pero en mi embarazo me preocupé tanto para que naciera bien y cuando nació de no ahogarla con la teta, de bañarla bien, de empolvarla que se me olvidó que había que ponerle un nombre.

-Cierto y creerás que soy una mala madre, pero no he pensado en ninguno -admití.

-Pues... me gusta "Vanya Ninoschka".

Lo miré tipo ¿Me estás en jodiendo? -Ese nombre es raro, no me gusta.

-Pero ni siquiera sabes lo que significa.

-No me gusta y punto. Otro día buscamos el nombre ¿Sí? Por el momento la seguimos llamando "bebé".

Raúl expulsó todo el aire que llevaba contenido y luego agregó: -Dentro de unos días tengo que viajar a Texas. El permiso que pedí pronto expirará y debo trabajar, pero estaré al pendiente de ustedes para cualquier cosa que necesiten. Promete que contestarás las videollamadas y me mandarás fotos de la niña todo el tiempo.

-Pero ya tienes una galería repleta de ellas, no creo que necesites más -dije en tono burlón, pero sí se las enviaría.

-Verla todos los días me dará los ánimos para seguir trabajando y darle todo lo que quiero para ella. Además, voy a abrir una cuenta de ahorros a tu nombre dónde despositaré mensualmente una fuerte suma para sus estudios universitarios.

Volví a mirarlo raro -Raúl, la niña ni siquiera tiene dos meses, por amor a Dios.

-Dalila, entiende una cosa: He gastado tanto dinero en fiestas, alcohol, mujeres y cosas sin sentido por años que ahora quiero hacer las cosas bien. De aquí a que ella quiera entrar a la universidad, no será por falta de dinero como me costó a mi al crecer sin papá.

Acaricié su mano -Tú estarás ahí para ella cuando eso pase y yo también, descuida.

-Eso espero, Dalila.

Besó mi frente y salió de mi habitación a hacer las maletas a un largo viaje que posiblemente no tendría retorno.


























Bueeeenoooo gente, ya estamos al final de esta historia

MATAME DE PLACER✔️ [Nueva Edición]Where stories live. Discover now