9 - ¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE QUIERES?

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DALILA

-Por favor, quiero más -supliqué mientras me azotaba.

-Oh Dios -su voz aún más ronca-, qué estrecha eres.

Perdí la cuenta de todas las veces que terminé, me temblaban las piernas, todo lo tenía más sensible, inclusive el clítoris y la vagina me ardía, pero quería más.

-Haré que termines una vez más -susurró lamiendo el lóbulo de mi oreja- Vamos, tú puedes.

Raúl me había quitado las cuerdas y besaba mi cuello mientras me penetraba de espaldas, arrodillados en la cama.

-No puedo... todo está sensible -mi voz salió como nunca creí escucharla-. Pero me encantaaah.

-Te encantará más si te tocas tú -meneó su pelvis y sentí esa erección haciéndome cosquillas dentro- Así.

Tomó mi mano y la guió. Juro que cuando toqué mi feminidad como él dijo, sentí todo el triple de intenso.

Giró mi cara y me besó con más intensidad que la primera vez. No sé si fue impresión mía o realmente fue así, pero solo eso bastó para despegarme de sus labios y ponerme solita en cuatro mientras sus penetraciones me hicieron ver las estrellas.

-

Hace calor.

Abrí los ojos y la claridad del día encandiló mi cara.

¿Ya amaneció?

Intenté levantarme pero una mano me tenía sujeta de la cintura.

Oh oh.

Giré y efectivamente, ahí estaba Raúl con la cara enterrada en la almohada y los labios rojos entreabiertos. Sus pestañas reposaban plácidamente en sus pómulos dándole un aire angelical.

El punto es... ¿Qué había pasado?

La habitación estaba hecha un desastre, como seguramente me encontraba yo.

Levanté la sábana blanca que nos cubría y él estaba desnudo.

Ulalá señor francés.

Mi hilo de encaje plateado solo se unía con una pequeña hebra.

¿Te parece que somos ricos para que me destroces las bragas?

Quité su mano y salí de la cama con el mayor sigilo posible.

¡Por la puta vida! Me ardía hasta la última célula.

Ahogué un grito y caminé como un pingüino hasta el closet a buscar una bata e ir a bañarme.

Si un caballo te hubiera follado estarías mejor.

Sí. Pero ¿Qué me hizo? No lo recordaba, lo que sí tenía era una resaca por los tragos en la fiesta.

Ahí entendí que el alcohol me hacía perder la memoria y el control de mis actos.

Entré a la ducha y el ardor fue peor.

Como pude me lavé y quité el resto de maquillaje seco.

Esperé ver a Raúl tirado en la cama, pero estaba vacía.

Expulsé aire y me puse un vestido corto y amarré mi cabello en una coleta. No me puse bragas porque todo ahí me ardía y la fricción sería aún más dolorosa.

Me dediqué a limpiar el reguero y dejé la habitación inmaculada, como siempre. Cuando iba a cerrar la puerta, ví algo debajo de la cama.

Me agaché y saqué lo que sobresalía y era la camisa blanca que Raúl usó la noche anterior.

MATAME DE PLACER✔️ [Nueva Edición]Where stories live. Discover now