Capítulo 9

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Elliot y yo nos estábamos comportando como unos idiotas enamorados, y ambos lo sabíamos. Me gustaría decir que era fácil cambiarlo, pero definitivamente no era así; es decir, imagina que el chico del que llevas enamorado mucho tiempo por fin corresponde tus sentimientos. ¿Por qué querrías ocultarlo? Lo único que quiero ahora es gritarlo frente a todo el mundo y presumirlo todo lo que pueda.

Estábamos junto a Derek en la salida del colegio, cuando su novio llegó a buscarlo; había bajado del auto para agradecernos por salvar a Derek de aquella acosadora, pero terminó preguntándome por qué salía con un idiota como Elliot.

Lo único que pude hacer al escuchar su insinuación de que Elliot y yo estábamos saliendo fue derretirme de la vergüenza; si bien nuestros sentimientos eran mutuos, aún no estábamos saliendo formalmente.

Derek se disculpó por lo que dijo Nick y lo arrastró hasta su auto, despidiéndose de nosotros. Después de que se fueran, Elliot y yo nos quedamos un rato en silencio; estoy seguro de que la vergüenza que estábamos sintiendo era mutua.

—¿Vendrás hoy a comer a mi casa? Hoy cocinaré yo —murmuró Elliot, desviando su mirada.

—Sí, seguro —sonreí, dejando que note mis mejillas sonrojadas.

Elliot y yo caminamos juntos a su casa, aunque casi todo el trayecto estuvimos en silencio. Aún así, no era un silencio incómodo: ambos disfrutábamos de estar uno junto al otro, aunque no dijéramos nada.

Al llegar a su casa, Lea y Anabella vinieron contentas a recibirnos; la más pequeña tiraba de mi ropa para que la siguiera y la de medio no paraba de hacerme preguntas sobre mi día.

—Oigan, no lo sofoquen de esa manera —dijo Elliot, sacándose su abrigo.

—No seas malo, estoy segura de que Jean Lucas nos adora —presumió Lea, sacándole la lengua a su hermano.

Elliot decidió no caer en el infantil juego de su hermana y me avisó que iría a darse un baño y que me sienta como en casa. Cuando Elliot entró al baño, me senté en el pequeño sofá y sus hermanas se sentaron en el piso frente a mí.

—Dime, Jean... ¿Tú y mi hermano están saliendo? —preguntó Lea, quien parecía ansiosa por mi respuesta.

—Bueno, no diría que estamos saliendo... —susurré avergonzado, incapaz de ver a las niñas a los ojos.

—Pero tampoco son amigos, ¿no? Además es claro que mi hermano está enamorado de ti —dijo Lea muy sonriente.

Sus palabras lograron que mi corazón latiera fuertemente, sintiendo mis mejillas arder; si bien Elliot ya me había declarado sus sentimientos, el hecho de que otra persona lo notase me hacía muy feliz.

Después de eso, las niñas dejaron de hacerme preguntas, aunque parecían muy satisfechas con mis respuestas. Elliot salió de bañarse vistiendo unos jeans negros y una camisa blanca, la cual aún se estaba abrochando.

—¡E-Elliot! Vístete en tu habitación, por favor —me quejé avergonzado, incapaz de apartar mi vista de su trabajado cuerpo.

—¿Por qué? Es mi casa, ¿no? —se quejó, terminando de abrochar su camisa.

Tenía un punto, pero no podía decirle que estaba cegándome con tanta belleza. Anabella se rió y Lea le dió un suave golpe en el hombro.

—Eres un torpe. Es claro que estás avergonzándolo —dijo Lea, logrando que el torpe de su hermano comprendiera mis sentimientos.

Elliot se avergonzó ante las palabras de su hermana y nos dió la espalda, sacando las cosas para comenzar a cocinar. Entonces, escuché que se abría la puerta de entrada.

Si decides querermeWhere stories live. Discover now