Capítulo 19

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Tras varios días yendo a visitar a Maxine, él había mejorado mucho en sus habilidades sociales. Elliot y él ahora podían comunicarse mucho mejor, pero el niño seguía teniendo preferencia por estar conmigo. Lea y Anabella habían insistido mucho en venir con nosotros, por lo que hoy conocerían a su hermano menor.

—No recuerdo la última vez que tuvimos tiempo para nosotros —bromeó Elliot, abrazándome por la espalda y llenando mi mejilla de besos.

Me di la vuelta y me paré en puntas de pie, alcanzando su rostro y dándole un cariñoso beso en sus labios. Elliot últimamente parecía mucho más feliz, tal vez gracias a su hermano menor o a su cercanía con su padre. Aún así, Diana no se veía muy contenta al notar todo esto; quería hablar con ella para saber qué pensaba realmente, pero parecía evitarnos un poco en los últimos días.

Lea y Anabella terminaron de cambiarse y caminamos hasta la casa de Thomas. Elliot aún no sabía cómo se llevarían sus hermanas con Maxine, por lo que se encontraba muy nervioso.

Llegamos a la casa y Elliot, quien ya tenía llave, abrió la puerta y nos hizo pasar. Las chicas se veían realmente sorprendidas ante la enorme y lujosa casa que tenían en frente; siempre que venía se me hacía aún más impresionante lo hermoso que era el jardín de la casa.

—Jean —vino Maxine corriendo, comenzando a tirar de mi mano sin prestar atención al resto.

Me agaché un poco para quedar a su altura y le conté al oído que había traído a alguien más para jugar, logrando captar su atención. Me paré a su lado y le señalé a las chicas, quienes se veían realmente nerviosas.

—Maxine, quiero presentarte a Lea y Anabella —dije sonriendo.

Ellas saludaron con su mano y él imitó su acción, escondiéndose un poco detrás mío. Elliot se acercó a él y se sentó en el piso para quedar a la altura del niño.

—Lea y Anabella son mis hermanas menores —le contó al niño—, ¿sabes lo que eso significa? —preguntó.

El niño asintió y, por primera vez desde que llegamos, mostró una amplia sonrisa. Entonces, se acercó lentamente a las chicas y comenzó a hablarles en un tono de voz bajo; ellas enseguida comenzaron a hablar muy entusiasmadas con él, sugiriéndole ir a jugar a su habitación todos juntos.

Las chicas y Maxine se dirigieron adentro, dejándonos a Elliot y a mí solos en el patio. Nos sentamos en una mesa bajo una sombrilla que se encontraba junto a un árbol y, casi enseguida, la señora que cuidaba la casa llegó a ofrecernos algo para tomar.

—Les traeré limonada —dijo Elisa, quien palmeó nuestros hombros cariñosamente y se dirigió hacia la cocina a buscar la bebida.

El pelirrojo y yo nos quedamos contemplando aquella hermosa tarde, escuchando el canto de los pájaros más alto y melodioso que nunca.

—Es realmente agradable aquí, ¿no? —dijo Elliot.

Asentí enseguida. Me hacía muy feliz que pueda mejorar su relación con su padre y con su hermano menor. Me intrigaba mucho saber por qué la madre de Maxine los había abandonado, dejando este hermoso lugar casi de un día para el otro.

Observamos la puerta de entrada abrirse y por allí llegó Thomas, quien se veía bastante más cansado de lo normal. Al notar que estábamos aquí, se acercó enseguida a nosotros y se sentó en una de las sillas bajo la sombrilla, dejando una bolsa con dulces sobre la mesa.

—¿Cómo están, chicos? —preguntó, observando a Elisa traer la jarra con limonada.

—Bien, Lea y Anabella vinieron con nosotros hoy —dijo Elliot sonriendo—. Están jugando con Maxine en su habitación —al escuchar esto, Thomas se puso realmente nervioso.

Si decides querermeWhere stories live. Discover now