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Si hay una mala costumbre que tengo todos los días, es buscar el móvil apenas despierto

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Si hay una mala costumbre que tengo todos los días, es buscar el móvil apenas despierto. Y es que, según internet, esto suele provocar estrés y ansiedad, también que no seamos productivos a lo largo del día. Sin embargo, hoy es una fecha especial, hoy es 6 de septiembre, por lo que haré una excepción y mañana dejaré este mal hábito.

Suelto un silencioso bostezo, dispuesto a desbloquear la pantalla, pero en cuanto siento que la puerta de mi habitación se abre con lentitud, escondo el dispositivo debajo de la sábana y finjo estar dormido. A papá no le gusta encontrarme revisando el móvil si recién he despertado.

Entreabro los ojos para ver de quién se trata y con la visión algo empañada, logro visualizar a mi padre, a Sigrid y a mi hermano ubicándose a los pies de mi cama; este último está sosteniendo una pequeña torta que tiene una vela encendida con la forma del número dieciocho.

—Venga, no te hagas el dormido que ya te vimos revisando el móvil. Abre los ojos —habla Estefano y no me queda de otra más que incorporarme.

—¡Feliz cumpleaños! —dicen al unísono.

Me cubro la cara con las manos porque me imagino que debo estar con un aspecto desagradable. No es novedad para los que viven conmigo que, al despertar, tenga un ojo más grande y otro más chico. Y sin dejar de mencionar que todo mi cabello amanece hecho un completo nido. Fácil pueden entrar palomas por la ventana e incubar sus huevos en mi cabeza. Les ahorraría el trabajo de buscar sus propias ramas y pajas.

Ya sentado en la cama, recibo el abrazo de cada uno de mis seres queridos. Estefano deja la torta sobre mi escritorio y se sientan a mí alrededor para tomarnos la primera foto a mis dieciocho. Foto que después me encargaré de editar antes de que la suban a las redes, por supuesto.

—Ya eres legal, hermanito —bromea Estefano y todos reímos.

Luego de que me traen el desayuno a mi habitación, todos se marchan y me quedo solo, disfrutando de las tostadas francesas que Sigrid me prepara en ocasiones especiales. Mis amistades empiezan a saludarme tanto en Facebook como en WhatsApp, pero el saludo que más espero aún no llega.

Antes del mediodía, quedo con Molly para ir a devolver unos libros a la biblioteca de la escuela. Estefano nos lleva en su camioneta y se toma el tiempo de esperarnos porque hay una cola de estudiantes que llega casi hasta la puerta. Asimismo, me pregunto por qué todos eligen venir los sábados si pueden hacerlo los días de semana. Eso ayudaría a disminuir el tiempo de espera que podríamos emplear en hacer otras cosas.

«Vale, hoy no pienso enojarme por alto tan mínimo».

Para cuando regresamos a casa, ya se encuentran esperándonos para dedicarme el almuerzo como cada año. Narel corre a abrazarme en cuanto me ve cruzar la puerta que conecta la mansión con el jardín trasero; me entrega un pequeño presente y le agradezco con una sonrisa de boca cerrada.

Luego, vuelve a abrazarme y me susurra cerca del oído:

—Por cierto, tu Romeo ha venido superguapo hoy.

Solo de los dos, Christhoper © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora