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La primera luz de la mañana que entra desde la ventana, me sensibiliza los ojos al despertar

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La primera luz de la mañana que entra desde la ventana, me sensibiliza los ojos al despertar. Estos me arden un poco y mi estómago no tarda en rugir cuando se da cuenta de que ya he despertado. No hace falta tomarme el tiempo de recordarme que ayer no bajé a cenar y ahora me estoy muriendo de hambre.

Mier-da.

La verdad, así es como me siento: hecho mierda.

Me llevo las manos al rostro, rebobinando todo lo que ocurrió ayer: la discusión con Christhoper, la llamada de Paul para avisarme lo de Nieve, la espera en la cirugía, enterarme de que Christhoper está enfermo, ver que me ha eliminado de todas sus redes y el ataque de pánico que sufrí.

Todavía no sé por qué aún no me he vuelto loco.

Ni siquiera tengo las ganas suficientes como para salir hoy de mi habitación. Solo quiero quedarme aquí el día completo, llorar y pensar en todo lo que ha pasado. No quiero ir a la escuela. No quiero ver a nadie. Solo quiero que Christhoper me escriba o me llame para decirme que debemos arreglar las cosas.

Eso es lo que más anhelo.

Que esté a mi lado.

Sigrid viene emocionada a darme los buenos días y, de inmediato, le miento diciéndole que me siento enfermo y que no bajaré a desayunar porque apetito es lo que menos tengo en estos momentos. Ella asegura comprenderme, aunque yo la noto no tan convencida por mis tajantes palabras. Al final abandona esta habitación que ha adoptado un clima depresivo.

A la hora del almuerzo, tampoco bajo a almorzar y me quedo dormido. De repente, alguien llama a la puerta de mi habitación y me despierta, intuyo que debe ser Sigrid o papá que viene a preguntarme qué me sucede. No obstante, no deseo dar explicaciones de cómo me siento. Tomo mi almohada, me acuesto boca abajo y finjo estar dormido.

Oigo que esa persona entra, pero se retira de inmediato al ver que estoy descansando. Entreabro los ojos por curiosidad, suponiendo que mi plan ha funcionado y concluyo que es mejor quedarme en esta misma posición por un momento más por si vuelven a entrar.

Y así transcurre la tarde de forma lenta e insignificante. Miro la ventana y a través de una pequeña abertura de las cortinas, noto que el cielo ya se está oscureciendo tornándose de un color violeta claro. Asimismo, escucho que la puerta principal de la mansión se cierra y es un indicativo de que Estefano ha llegado de la empresa familiar, en donde papá le ha confiado el puesto de gerente general.

Los pasos no tardan en hacerse oír por el pasillo y cierro los ojos, rogando que no lo manden a hablar conmigo. Sin embargo, a los pocos segundos, todas mis esperanzas se esfuman cuando dan cinco toques en mi puerta. Decido no responder a su llamado y espero que él sepa tomar mi silencio como un «no».

Pero como Estefano siempre es Estefano, y al no obtener ningún tipo de respuesta de mi parte, abre la puerta de golpe y asoma la cabeza por el umbral.

Solo de los dos, Christhoper © [Completa ✔️]Where stories live. Discover now