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Cuando le prometí a Christhoper acompañarlo durante las quimioterapias, no era consciente de lo complejo que iba a ser todo el proceso

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Cuando le prometí a Christhoper acompañarlo durante las quimioterapias, no era consciente de lo complejo que iba a ser todo el proceso. Y más porque ha empezado de una manera inesperada.

Si bien es cierto, su doctora había programado la primera quimioterapia para dentro de dos días, así le daba plazo a Chris para que empacara lo necesario y se trasladase al hospital en el que se realizará el tratamiento. Sin embargo, un fuerte dolor de cabeza —que luego pasó a ser una fiebre de cuarenta grados— fue el detonante para que sea internado de emergencia. Por suerte, la fiebre fue controlada y él pudo descansar toda la noche.

Ahora, estoy acompañándolo mientras desayuna una ensalada de frutas que le he preparado antes de venir al hospital. Verlo así de tranquilo me regocija. Y también el hecho de que estoy desempeñando un buen rol de acompañante. Ayer estuve aquí hasta tarde, esperando a que le bajara la fiebre. Luego la doctora me informó que ya estaba estable y le pedí a Estefano que viniera por mí.

Aquí, en el nosocomio, le han brindado una habitación para que se quede durante este mes que tendrá la primera ronda de quimioterapias. Es muy acogedora; tiene una ventana que da hacia la calle, un baño propio muy moderno y unos compartimentos para que pueda poner sus cosas que ha traído. Por ahora, lo único que tiene dentro de la mochila, es la poca ropa que ayer empaqué por él.

Así que, mientras termina de desayunar, empiezo a desempacar y a doblar las prendas para después colocarlas dentro del armario.

—¿La doctora Sendler vendrá dentro de poco? —pregunto y le doy una mirada rápida.

Se ha quitado los piercings de la cara para el tratamiento. Se le ve un poco distinto; la ausencia de dichos accesorios le otorga una apariencia de chico inocente.

—Dijo que vendrá con los resultados del aspirado y también a ponerme el catéter. —Hace un gesto de asco y pincha un pedazo de plátano con el tenedor—. No quiero que me vuelvan a hacer un aspirado de médula. Te juro que vi a Satanás desnudo. No sé por qué no he quedado traumado después de eso.

Río por su comentario, pero a la vez me compadezco al imaginar lo doloroso que pudo haber sido. Según investigué en internet, un aspirado de médula consiste en penetrar el hueso de la médula ósea con una jeringa y extraer el líquido. Sin duda fue una situación poco agradable para él. Desearía haber estado allí para sostener su mano, sin embargo, tenía que asistir a la escuela.

—No es por asustarte, pero anda haciéndote la idea de que vendrán más aspirados.

—Prefiero lanzarme por la ventana. Eso dolería menos —asegura y pongo los ojos en blanco antes de seguir desempacando. En eso, un curioso bóxer de color celeste con diseños de calaveras se asoma entre la ropa y Christhoper baja el tenedor para añadir—: ¿No te pedí que solo trajeras colores enteros?

Se ha sonrojado.

—¿Es nuevo? —Reviso la prenda por ambos lados.

—No. —Frunce el ceño con una expresión divertida—. Ese bóxer me lo has visto varias veces... antes de bajármelo...

Solo de los dos, Christhoper © [Completa ✔️]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt