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Cerré mi última maleta. Había decidido ir y ver qué sucedería cuando esté allí. Quería escuchar todo lo que había escrito salir de su boca, para asegurarme que todo era cierto y que no sólo intentaba "engatusarme" para tenerme segura.

Estaba dolida, cielos que lo estaba. Nada que el me diga ahora iba a calmar este dolor, me había sentido decepcionada, y eso sólo iba a arreglarse con tiempo y con buenas acciones de su parte. Si es que las tenía.

Me dirigí hacia el aeropuerto pensativa. Al llegar divisé a Brian a lo lejos, y Julia, mi gran amiga y apoyo durante todo éste tiempo. Ella no estaba del todo contenta, sabía que ese idiota me había lastimado, y no le parecía la mejor idea que vaya a verlo. Pero debía averiguarlo por mi cuenta.

- Hola nena. - la rubia me saludo con un cálido abrazo.

- ¿Cómo estás, Julia? - pregunté dándole un beso en la mejilla, luego saludé a Brian que vestía elegante como siempre.

- Que tal Kate, ¿Lista para la gran aventura? - pregunto sonriente. Yo lo miré sería. - Ya, es broma. - levanto sus manos en el aire.

- Ni se te ocurra decir algo, es una sorpresa, no quiero que se emocione demasiado por mi visita. - le recordé. No había comentado a nadie sobre mi repentino viaje, no quería crear falsas expectativas o ilusiones. Quería llegar en el momento justo para tomarlo por desprevenido y que sea total y completamente sincero con sus sentimientos. Si se alegraba buena suerte, y si no daré la vuelta inmediatamente y haré como si ésto nunca hubiera pasado. Sencillo.

Luego de una larga despedida de mis dos amigos abordé mi avión. Al llegar a mi asiento maldije por no haber tomado uno con ventanilla. De todas formas solo eran cuatro horas.

Cuatro horas que se hicieron eternas. A penas llegué no veía la hora de bajar.
Una vez listo el papeleo del aeropuerto salí a las calles de Los Ángeles. Respiré hondo, la primavera ya estaba cerca, pues no hacía tanto frío, yo traía unos jeans, una campera de mezclilla, una camiseta blanca y unas botas negras.

Subí mis maletas a un taxi y le pase la dirección del hotel donde se hospedaba Arctic Monkeys. Brian se había encargado de conseguirme habitación días antes, y de informarme todo el panorama. Eran las 20 hs y gracias al cielo ellos ya estaban en su primer concierto de la noche en Los Ángeles, eso significaba que no iba a cruzármelo a penas llegue.

Al llegar me indicaron donde estaba mi habitación y subí al 5to piso. Habitación 104. Entré y acomode alguna de mis cosas. Estaba nerviosa, demasiado. Sabía que él no estaba en éste hotel en este preciso instante, pero saber que volvería en cualquier momento me inquietaba.

Bajé para cenar algo, estaba que moría de hambre, y aproveché mi momento a solas para poner al día a mis amigos y mi madre (que también estaba enterada de todo) sobre está absurda "aventura". Les comenté que aún no había visto a Alex, y que no sabía en qué momento lo iba a ver.

Brian mandaba mensajes emocionado diciéndome que lo vaya a buscar a penas vuelva del concierto, cuál película romántica y cliché.
Sin embargo mi amiga opinaba que era mejor esperar a mañana, cuando se le baje la adrenalina del concierto y esté en condiciones de hablar y comprender qué estaba sucediendo y por qué estaba yo ahí.

Elegí la segunda opción así que ese día me relajé un poco.

.

Desperté por la mañana y supe que tenía que planear algo. Ahora sí podía cruzármelo en cualquier momento. Me bañé rápido y salí de mi habitación, la habitación de Alex era la 130. Era una suite.

Tomé el ascensor y subí al noveno piso. Las puertas se abrieron y mi estómago se retorcía por dentro. Caminé unos pasos haciendo resonar mis zapatos por todo el lugar entre la música tenue de ambiente. Tomé aire y golpeé la puerta.

Tranquility base Hotel & casino - Alex Turner.Where stories live. Discover now