Primer Capítulo

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Kunikida-kun...—. Lo llamó con seriedad. Bebía su última copa de vino y estaba algo soñoliento. Así como también, tenía fiebre y su piel se miraba algo rojiza.

— Dime, Nakahara-kun.

— ¿Es normal que después de tanto daño que me causó ese tipo... Tantos abusos de su parte, sienta pena por él?—. Preguntó. Se recargaba en la barra para dormir, pero el rubio lo levantó en brazos y lo cargó sobre su espalda.

— Mmm... Eres raro. Afortunadamente ya quedó en el pasado. Y dime, ¿qué sucedió con el bebé? ¿Lo buscarás algún día?

Caminaba con Chūya en su espalda, saliendo del bar. Era liviano para él.

No, Kunikida. Ese estúpido bebé se parece a él, y eso me hace sentir más asco.

— El niño no tiene la culpa de la desgracia de ambos. Sólo espero que ese bebé pueda encontrar una familia amorosa.

Los cuatro capítulos anteriores eran una breve introducción de lo que sucedió en el pasado entre Dazai, Chūya y todos los relacionados a ellos. Aquí comienza la historia!

Habían transcurrido cinco años desde lo ocurrido. Dazai se había unido a la Agencia Armada de Detectives y ocultaba su pasado, al mismo tiempo en que ocultaba el hecho de que el presidente de la agencia era su padre, y también la existencia de su pequeño hijo de casi cinco años de edad, Hideki, a quien amaba y protegía sobre todas las cosas.

El joven adulto de ahora 22 años, se había independizado. Vivía en una casa aparte de la de su padre, y le pagaba a una mujer de mediana edad para que cuidara de su hijo mientras él trabajaba, aunque el niño ya asistía al jardín de niños y lo que hacía su cuidadora era llevarlo y recogerlo de la escuela, y cuidarlo durante cuatro horas hasta la llegada de Dazai. En la crianza de Hideki, participaban cuatro personas: Dazai, principalmente; Fukuzawa, quien había criado también en Dazai una nueva forma de vida; Atsushi, el nuevo acogido de Dazai que vivía con el mismo, jugaba un papel de hermano mayor; mientras que la cuidadora de Hideki también ayudaba en su crianza.

El vendado recibió una llamada de parte de la cuidadora de Hideki, informándole que el niño estaba en el hospital, pues otro niño le clavó a propósito un lápiz en uno de sus ojos, sólo porque eran azules y según él, se miraban feos.
Dazai guardaba sus cosas en su bolsa apresuradamente, pues iría al hospital de inmediato a ver a Hideki. Kunikida pensó que era otra de las más excusas del vendado para irse temprano, pero todas las excusas anteriores, también se trataron del niño, quien frecuentemente era víctima de bullying por parte de sus compañeros, que se reían de él por ser el único con ojos azules, unos hermosos ojos azules que cualquiera desearía.

— ¡Oye! ¡Dazai! ¡¿A dónde crees que vas?! ¡Faltan cinco horas para salir!—. Llamó su atención el rubio, acercándose a él.

— Me surgió un imprevisto.

— ¡¿Otra vez?!—. Jaló del bolso del castaño, quien se lo jaló de vuelta, llevándoselo y saliendo de la oficina. — ¡¡Dazai!! ¡¡Le diré todo a Fukuzawa-san!!

"¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡¡¡¿Por qué tanto odio hacia mi hijo?!!! ¡Hideki no tiene que estar viviendo esto! El culpable soy yo, el asesino, mafioso, violador, torturador, criminal ¡¡Soy yo, no mi hijo!! Mi Hideki debe tener una vida feliz, no una llena de traumas como la mía..."

Pensaba en su camino al hospital. No conducía, pues se le daba pésimo. Tan rápido como pudo, corrió hasta llegar al hospital, encontrándose con un par de enfermeros que llevaban a un pequeño cuerpo infantil cubierto de pies a cabeza con una sábana. Era un cuerpo muerto.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, su corazón se agitó a gran velocidad y temblaba, cuando sintió que sujetaron su mano por detrás.

— ¡Papá! ¡Que bueno que viniste!—. Dijo Hideki con felicidad. Afortunadamente, el lápiz no lastimó a más profundidad su ojo, pero sí debía traer ese parche y vendaje durante algunas semanas, hasta sanar por completo.

Dazai volvió a respirar después del gran susto que sintió. Levantó cuidadosamente a Hideki en brazos, y besó una de sus mejillas con ternura.

A escasos cinco metros, Chūya se encontraba con Kōyō, esperando a alguno de los miembros de la Port Mafia que se encontraba en algún asunto en el mismo hospital.

A pesar del mal que Mori le hizo pasar, Chūya se había unido a la Port Mafia, después de todo, ya era un asesino y quería asesinar a Mori algún día, como venganza hacia todo el mal que le hizo. El pelirrojo del sombrero conocía perfectamente la voz de Dazai y pudo oírla a la distancia, por lo que volteó al instante, mirando a un Dazai más renovado y buena persona, y al pequeño castaño de ojos azules que estaba en sus brazos.

Papá. El sombrero de ese hombre es muy feo—. Dijo Hideki entre murmuros. Notaba la mirada de Chūya puesta en él y se incomodó.

— Chūya... Él se unió a la Port Mafia...—. Decía a sí mismo. Bajó al niño al suelo, encargándoselo a su cuidadora, y fue hacia Chūya con la única intención de hablar con él.

— ¿No es ése Dazai?—. Preguntó la mujer.

— Lo es. Vámonos, Kōyō-san—. Se dió media vuelta.

— ¡¡Chuuyaaaa!! ¡No me ignores! Tenemos que hablar—. Finalmente lo alcanzó, colgándose un poco de los hombros del más bajo.

El pelirrojo lo separó de él, y le marcó su distancia. Chūya no parecía temerle a nada como en aquellos tiempos, ni siquiera a Dazai. Sólo quería verlo muerto, al igual que a ese niño que lo observaba curioso desde el otro lado del largo pasillo.

— ¡¡¡No tengo nada de qué hablar contigo, idiota!!! ¡¡Y llévate a tu hijo de una vez!! ¡Me está molestando con su mirada!—. Se quejó con amargura. Nunca tuvo a su hijo en brazos, ni siquiera ha tenido el mínimo contacto con él, como un abrazo. Eso le preocupaba a Dazai, pues el niño preguntaba constantemente por "su madre" aún cuando sabía que su madre era otro hombre de cabello pelirrojo y ojos azules. Lo que más observaba Hideki en el ejecutivo eran sus ojos.

— ¿Tú eres mi mamá?—. Se acercó curioso, ocultándose levemente detrás de las piernas de Dazai.

Chūya enfureció, se puso a la altura del niño, y le dió una cachetada espontánea, haciéndolo llorar.

— ¡¿Por qué hiciste eso, Chūya?! ¿Te molesta ser descubierto?—. Interrogaba. Le enojaba la reacción del pelirojo hacia un niño inocente. Abrazaba a Hideki como consuelo. Dazai no iba a revelar nada, pero quería dar un escarmiento a la reacción de Chūya.
— Hideki, este hombre es tu mamá. No debes odiarlo ni siquiera porque te ha golpeado. Él es bueno. Verás, papá hizo cosas ma...

— ¡¡¡¡DÉJATE DE ESTUPIDECES Y LÁRGATE SI NO TIENES NADA MÁS QUE DECIR!!!!

Mientras tanto, en la agencia...

— Kunikida-san, ¿y Dazai-san?—. Preguntó Atsushi al notar su ausencia. Normalmente cuando Dazai se iba sin avisarle, era porque algo había sucedido a su pequeño hermano Hideki, y no se equivocaba.

— Salió. Dijo que tenía un imprevisto. Dime, mocoso, ¿qué tanto hace Dazai en sus imprevistos?

— E-Esto...pues...

DARKNESS MY SORROW [SOUKOKU MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora