8. Follow the yellow brick road

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Estira los pies y busca un trozo de sabana fresca que no se haya contagiado de su calor. 

El tejido de algodón bajo su mejilla tiene el tacto ligeramente áspero de la tela que ha sido lavada millones de veces. 

Todavía está en el delicioso estado entre el sueño y la consciencia y tira del edredón para mantenerse en ese interludio seguro y cálido. 

Sin embargo hay algo húmedo y aspero en su rostro. 

Negándose a abrir los ojos, Aitana levanta la mano para apartarlo. 

No tiene la menor intención de despertarse y enfrentarse al mundo todavía. 

Aún dormida Aitana levanta la mano para retirarlo. No tiene la menor intención de despertarse todavía. 

Pero la sensación de humedad se mantiene y no le queda otro remedio que abrir un ojo para averiguar de dónde procede. 

Los enormes ojos de Sopa la interpelan a tan solo unos centímetros de su rostro y Aitana esboza una sonrisa, dejándola acercarse para poder acariciarla. 

Es probableme que necesite que la saque, quizás que le de de comer. De lo contrario se limitaría a materse en la cama con ella como hace otros días. 

- ¡Sopa ven aquí!

La orden seca llega desde otro punto de la habitación y tiene el mismo efecto en ella que un jarro de agua congelada. 

Gira el cuello y se encuentra a Silvana sentada al pie de la cama con gesto severo. Sus miradas se encuentra y Aitana se aguanta las ganas de preguntarle quién se cree que es para darle ordenes a su perra. 

- Buenos días Aitana- su gesto se mantiene pero su voz se vuelve dulce como la miel. 

E igual de pegajosa. 

- ¿Has dormido bien? 

Menea la cabeza molesta. No soporta que Silvana invada su espacio privado, pero nunca se atreve a decirle nada porque, después de todo se trata de su casa. 

Así que suspira e intenta incorporarse pero por alguna razón no es capaz de hacerlo, así que no le queda otro remedio que observar a Silvana que, desde este extraño ángulo contrapicado, resulta casi amenazadora. 

No es que esa esa su intención, claro. 

Casi nunca lo es. 

Aitana sabe que tiene que recordar algo. Algo importante. Pero no está muy segura de lo que es. 

- ¿Has pensado lo que te dije ayer?- Silvana se pasea un dedo por la sien como si estuviese luchando contra un dolor de cabeza. 

Aitana cierra los ojos de nuevo y se esfuerza por recordar. 

Al hacerlo le viene a la memoria la extraña pesadilla que tuvo la noche anterior. 

Un avión a punto de estrellarse. Un autobus polvoriento. Un barco. 

Y Luis Cepeda. 

No es que eso último sea especialmente extraordinario. No es la primera vez que sueña con él. Pero la noche anterior fue especialmente realista. 

Casi lo último que recuerda antes de despertarse con los lametazos de Sopa, es un abrazo intenso y la sensació de refugio. 

- ¡Contéstame Aitana!

La voz de Silvana sube varios decibelios para arrancarla de la fugaz sensación de paz que le trae el recuerdo. 

No espera una respuesta, la exige. 

Cambio de rumboUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum