15. Something bad

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- ¿Se lo cuentas tú o se lo cuento yo?

Silvana se mantiene firme  al pie de las escaleras y repite la pregunta. Aitana se gira y une las manos a modo de muda súplica sin ser consciente siquiera. 

Luis intercepta la mirada entre ambas y mil teorías, cada una más turbia que la anterior, empiezan a pasar por su imaginación a toda velocidad. 

¿Drogas?, ¿alcohol?

Él, como todo el mundo que tenga redes sociales, está al tanto de los rumores, pero siempre los ha deshechado como veneno sin fundamento. 

Ahora contiene la respiración mientras es testigo del duelo de voluntades entre Aitana y Silvana. 

Finalmente la mayor de las mujeres resopla frustrada, es evidente que Aitana no va a decir nada. 

- ¿Dónde están los zapatos, Aitana? 

Luis tarda unos instantes en procesar la frase y aún un poco más en acordarse de los famosos zapatos rojos que Aitana no dejaba de mencionar una y otra vez al principio del viaje. 

Incluso le viene a la memoria como en el momento en que Daniel le había devuelto la mochila, los benditos zapatos habían sido su primera preocupación. 

Luis apena les había dedicado una mirada. De tacón interminable, de color rojo brillante. 

Probablemente muy caros. 

El tipo de zapato poco práctico con el que era habitual verla pasear en estrenos y conciertos. 

Aitana, aún callada, se deja caer en los escalones de madera y entierra el rostro en las manos. 

- En mi mochila- susurra. 

Apenas a dos metros de ella, Luis está clavado en el suelo. 

Hay una parte de él cuyo primer impulso es acercarse y consolarla. Abrazarla y prometerle que no importa lo que haya pasado, que todo va a salir bien. 

Pero la parte de su cerebro que lleva días gritando que Aitana tiene problemas graves le impide moverse. 

- ¿Qué cojones...- es lo único que acierta da decir. 

Silvana alterna la mirada entre uno y otro en silencio. Hace una pausa medida, el tiempo justo para que parezca que le da a Aitana la oportunidad de contar su versión de la historia antes de empezar a hablar. 

- A Aitana se le olvidó pagar los zapatos- no mira a Luis cuando lo dice sinó a la joven de las escaleras. 

Es un eufemismo claro. Luis lo tiene claro. Silvana Durero utiliza un estúpido eufemismo de pijos para no decir en voz alta algo tan indigno para su familia como que Aitana Ocaña, a ojos del mundo su hija política, ha robado esos zapatos. 

Es él quien empieza a temblar al entender la implicación de lo que le está diciendo. Las piernas primero, las manos después, el corazón hace rato que va a toda velocidad. 

En un segundo plano, Silvana continúa con su explicación, pero Luis solo es capaz de captar frases sueltas. 

"No es la primera vez"

"Es un problema"

"Hay un vídeo". 

Poco a poco, se aclara la versión de la historia de la matriarca Durero, sin que Aitana haya dicho una sola palabra o haya hecho un solo gesto para defenderse. 

Pestañea intentando concentrarse. Quiere entender. 

En los últimos días Aitana lo ha acusado de ser intolerante con los errores de los demás y quiere medir sus palabras antes de hablar. 

Cambio de rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora