12. As long as you're mine

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El bungalow de madera está separado de la playa  solo por un pequeño muro de piedra caliza de color melocotón. No es demasiado alto y aún así los pies de Aitana no alcanzan la arena cuando se sienta sobre él. 

La marea está alta y apenas queda una estrecha lengua de arena hasta el mar. 

Hace ya un buen rato que el sol ha iniciado un rápido descenso tiñendo de rojo el cielo del horizonte. 

Es una estámpa idílica. De las que merecen un cuadro o una canción. 

Sin embargo hace un buen rato que el agradable zumbido de su cabeza amenaza con convertirse de nuevo en ruído e intenta concentrarse en el ir y venir de las olas para amortiguarlo. 

- No me puedo creer que nunca te hayas bañado desnuda. 

La voz de Luis, en cambio, no puede disimular la cantidad de alcohol que ha ingerido a lo largo del día. 

Claro que, en su caso, los chupitos fueron a más después de la primera pregunta incomoda de Bárbara. 

Aitana casi habría podido jurar, por la forma en la que la miraba antes de beber que quería provocarla a ella con cada nueva proeza sexual que confesaba. 

- Y yo no me puedo creer que lo hayas dicho delante de un periodista. 

Luis se encoge de hombros y ocupa un sitio junto a ella en el muro. 

Guardando una respetuosa distancia, por supuesto. 

- Mis fotos desnudo están publicadas en las redes sociales, no es un gran secreto. 

Aitana gira la cabeza muy despacio y le mira fijamente. Detrás de ellos, solo la débil bombilla del patio les ilumina y es difícil juzgar su expresión. No sabe si le está tomando el pelo. 

- Quizás no supiese que te habías montado un trío en el backstage de un concierto- espera sinceramente que la penumbra también oculte su rubor- eso no está en redes, creo yo. 

La carcajada suave de Luis la pilla por sorpresa. Es ligeramente áspera y hace que se erice la piel de su nuca. 

- Bueno, es que esa historia en concreto era mentira-hace una pausa dramática y se asegura de tener toda la atención de ella - fue después,  en el hotel. 

Levanta después la botella medio vacía de licor que aún tiene en la mano hacia ella y está casi segura de que le guiña un ojo

Aitana se remueve incómoda. No está lo suficientemente borracha para que esa afirmación no envíe un puñetazo directo a su estómago. 

Tampoco lo suficientemente sobria como para hacer lo sensato que es levantarse y alejarse de esa situación. 

Le puede la curiosidad así que se queda sentada. 

El juego, si es que se le puede llamar así, no ha ido más allá de unas cuantas rondas en las que Bábara y él parecían querer competir por el mayor escándalo. 

- Había que darle algo de texto con el que acompañar a las fotos. 

Aitana ríe incrédula. 

Daniel ciertamente se había mostrado muy interesado por la conversación, tomando también un trago o dos de vez en cuando pero sin perderse una palabra de lo que contaban los demás. 

Ella en cambio, se había negado a participar de algo que consideraba temerario. 

O puede, si era completamente sincera, que tampoco tuviese tantas experiencias que compartir. 

Ahora se siente ridícula por no haberse dado cuenta de que todo formaba parte de un juego. 

Quizás un poco traicionada por no haber sido incluída en la broma. 

Cambio de rumboWhere stories live. Discover now