13. If I only had a heart

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La ventana de la cabaña es pequeña y está cubierta por una tela antimosquitos que ya ha conocido tiempos mejores. 

Algunos rayos de luna se filtran a través de los agujeros y hacen juegos de luces y sombras sobre sus cuerpos desnudos en la cama. 

Aitana no quiere quedarse dormida. Tampoco Luis. 

Llevan un buen rato en silencio, desde la última vez. 

Él está tumbado sobre su estómago y la observa con la cabeza en la almohada. Ella se ha tumbado sobre el costado, gloriosamente desnuda y recorre con la punta del dedo, a veces la yema, a veces la uña, las curvas de la espalda de Luis, deleitándose con cuando consigue arrancarle un suspiro o que su piel se erice. 

Finalmente el silencio se hace demasiado pesado, de esos que solamente pueden llenarse con conversaciónes demasiado sinceras o demasiado triviales. 

Aitana no está preparada para la sinceridad todavía. 

- Si nadie nos conociese...

En una noche de juegos y desafíos decide rescatar un viejo conocido. Solían jugarlo en el verano que compartieron cuando el foco les apuntaba con demasiada fuerza. 

Como es ella quien propone, es el turno de Luis completar la frase. 

- Si nadie nos conociese, no nos conoceríamos nosotros tampoco.

Al contrario que ella, Luis no esta preparado para los juegos triviales. 

Negar lo que son, fingir que el mundo es otro no les ayuda. 

Pensar que lo que acaba de suceder, lo que probablemente vuelva a suceder antes de que amanezca, tiene algún futuro, tampoco. 

Pero Aitana no tiene la menor intención de volver al mundo real todavía. De modo que renueva sus esfuerzos con las caricias solo un poco más al sur hasta que consigue que él se ría por las cosquillas que insinua sobre sus nalgas. 

- Si pudieras ir a cualquier sitio ahora mismo, entonces.

Luis se remueve inquieto. 

Solo es un juego, una fantasía más que compartir esa noche. 

Sabe que no tienen futuro más allá de las fronteras de esa habitación, pero no quiere desperdiciar el tiempo que les queda. 

Escapa, por tanto, de los destinos que una vez soñaron compartir. Roma y París están envenenados para ellos. 

- ¿Cerca o lejos? 

Aitana se encoge de hombros y se inclina para acompañar con los labios los movimientos de los dedos. Ya ni siquiera está muy segura de lo que ha preguntado. 

Luis se incorpora y le agarra las muñecas obligándola a tumbarse sobre su espalda. 

Aitana sonrie y se relaja con las manos detrás de su nuca. Le ofrece toda la extensión de piel morena para explorar sin prisa.

Deposita un primer beso en su hombro torneado. 

- Quizás Venecia, para ver la puesta de sol desde los leones de San Marcos.

Roza suavemente la piel con la barba incipiente hasta que consigue que los pezones se yergan para recibirle. 

- No estaría mal perderse por los canales de Brujas y comer fresas con chocolate después de un paseo en bicicleta. 

No tiene fresas claro, pero mordisquea igualmente a placer. 

Aitana arquea el cuerpo hacia él, buscando incrementar el contacto. 

Cambio de rumboWhere stories live. Discover now