Mientras se llevaba acabo la campaña para derribar al sol, Wei wuxian nunca olvido su promesa hacia Wen Ning y Wen Quing. Salvarlos antes del desastre. Pero ¿Dónde podía ocultarlos? Teniendo la mayorías de las sectas detrás de ellos, junto con un re...
El gran día llego. Todo según lo planeado, Wen Qing y su familia tendrían aproximadamente una hora para poder salir de la Ciudad sin Noche sin ser descubiertos, justo en el momento en que las cuatro grandes sectas de la cultivación y clanes más pequeños llegarían al lugar.
Wei Wuxian y Jiang Cheng lideraban en la secta Yummeng Jiang. Decir que estaban nerviosos era poco, técnicamente se enfrentarían a la muerte cara a cara y aun así estaban preocupados por los remanentes Wen que llegarían a los Túmulos Funerarios, pero ahora tendrían que pasar a segundo plano, se jugarían el pellejo para poder derrotar a una de las sectas más grandes y sanguinarias de la historia.
Llegaron al lugar, y pudieron localizar fácilmente a los líderes de las demás sectas. Quinghe Nie por Nie Mingjue, Lanling Jin por Jin Guangshan junto a Jin Zixuan y finalmente GusuLan por Lan Quiren, Lan Xichen junto a Lan Wangji, además de los clanes menores apoyándolos en número.
Wei Wuxian le dirigió una mirada curiosa, hace mucho que había visto al segundo jade y sería una mentira si dijera que no extrañaba su presencia. Aún no podía sacar de su memoria en el momento que quiso arrastrarlo a Gusu para recluirlo después de reaparecer de los Túmulos Funerarios, parte de él se rompía con su recuerdo. Lo arrojo al rincón más oscuro de su mente justo cuando sus miradas se conectaron.
Esos hermosos ojos de oro fundido penetraron su alma -¿Hace cuánto tiempo me miras así?- pensó. Tan fríos y afilados como una daga del más brillante acero que desbordaban... ¿miedo? ¿Tristeza? ¿Anhelo?, no lo entendía y prefería no saber. Aparto la mirada y de dispuso a la batalla.
Fue una batalla horrorosa y sangrienta, centenares de cadáveres adornaban el piso de la Ciudad sin Noche para luego incorporarse para luchar más feroces que nunca. Cada minuto que pasaba se llevaba un cuerpo con él.
La pelea duro horas, sonidos de espadas se hacían escuchar hasta las profundidades del bosque cercano. La peste nauseabunda de sangre oxidada y cadáveres inundaba todo el lugar. Wei Wuxian flotaba como una deidad bajada de los cielos listo para descargar su ira contra los mortales con su maldita melodía, junto a él, Jiang Cheng danzaba con Zidian desplegada con destellos purpuras que podrían anunciar un carnaval; un carnaval de muerte y sangre.
La cabeza de Wen Ruohan fue reclamada, Lan Xichen, Nie Mingjue y el poco esperado Jin Guangyao la desplegaron como trofeo.
La mayoría de las sectas tuvieron pocas bajas aunque si varios heridos, entre ellos Jiang Cheng.
Una gran apuñalada en su brazo izquierdo que expulsaba borbotones de sangre que se entremezclada con la que ya manchaba sus túnicas. Vio a Wei Wuxian correr hacia el gritando palabras que no llegaban a sus oídos.- ¿Porque?- se preguntó.
Con la visión borrosa cayó inconsciente.
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