Heridas abiertas

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Ver a Sasuke y a Yin, en ese estado, me hacía sentir impotente, no podía hacer nada por ellos

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Ver a Sasuke y a Yin, en ese estado, me hacía sentir impotente, no podía hacer nada por ellos.

Sasuke parecía estar inconsciente, pero ya no gritaba, mientras que Yin... Ella se veía incluso peor que mi amigo.
Escupía e incluso vomitaba sangre, el hermano de Sasuke le había roto una mano, su nariz también sangraba, y lo que me mató en ese momento, fue oír gritar a Yin... Esos gritos que jamás escuché, su sufrimiento, ella gritaba de desesperación, hasta el punto de agonizar.

—¡Por favor pará!— exclamó.— ¡Me duele tanto!— no soportaba verla así.

Incluso el sabio pervertido, pareció sorprenderse, por sus gritos.

—¡Mamá! ¡Papá!— continuo agonizando.— ¡Shisui! ¡No se vayan!

Jamás había escuchado ese nombre. Itachi la soltó, ella cayó de golpe al piso. Yin tomo su cabeza entre sus manos, olvidando que ambas estaban heridas. Y empezó a estrellar su cabeza contra el suelo, mientras seguía agonizando.

El sabio pervertido pareció reaccionar, y fue directo hacia él, pero su compañero lo detuvo.

Los golpes que Yin se daba, cada vez eran más fuertes, incluso empezaba a sangrar su frente. Luego de unos segundos, se escucho una explosión, y justo en ese momento, llegó Seiya.

Solo le tomo un segundo para analizar lo ocurrido, y fue directo hacia el hermano de Sasuke. Este no lo pudo esquivar, y Kisame, como anteriormente lo habían nombrado, se sorprendió.

—Nunca he visto que alguien le ponga una mano encima a Itachi...— miró a su compañero.— Y él lo hizo con una facilidad...

Sabio pervertido, aprovecho la distracción, y creo una especie de barrera.

Mire la pequeña batalla que se estaba llevando a cabo. Seiya era genial, había podido golpear múltiples veces a Itachi, pero él también parecía estar herido ya.

Hubo un momento, dónde ambos solo se miraban, no hacían nada más, era como si se hubieran congelado. La barrera que hizo el Sabio Pervertido, pareció atrapar a Kisame, aunque esté trataba de librarse.

—Kisame.— llamaron.— Vámonos.

Itachi y Seiya parecieron reaccionar, ambos doblaron una esquina, y los tres los seguimos, pero cuando llegamos, ya no estaban, solo había un fuego negro, que al parecer había desechó la barrera.

El enmascarado trato de ir detrás de ellos, pero su maestro lo detuvo.

—Seiya, no.— dijo firmemente.

Noté como apretó ligeramente sus puños y regreso donde se encontraban Yin y Sasuke. Gracias a la barrera que había hecho el Sabio Pervertido, Yin ya no pudo seguir lastimandose, pero aún seguía agonizando.

Mire como Seiya la tomo delicadamente del mentón, para mirarla, y al hacerlo me di cuenta que los ojos de mi amiga, ya no irradiaban ese brillo característico en ella, simplemente estaban vacíos.

La Última Uchiha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora