Capítulo 42: La serpiente ha despertado

54.6K 7.2K 5.9K
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



El periódico de esa mañana al fin tenía algo de importancia que decirme.

Después de una trabajosa y humillante pelea legal, el reino concedió a Ares el cuerpo de su gemelo para que le diera una sepultura digna bajo la condición de que no permitiera al “amigo” de Leo y anterior arrendador, asistir a despedirse incluso pasadas las fechas de su entierro.

«Las palabras del joven Circinus fueron: “Cada vez estoy más decepcionado de haber nacido en este reino. ¿Será que ya me pueden entregar a mi hermano?”», decía el artículo.

No tenía más detalles al respecto, si Ares ya había enterrado a Leo no estuve entre sus posibles invitados.

Esa mañana desayunaba en el bar donde trabajaba Leo con cuatro guardias distribuidos de pie a mi alrededor para que no escapara, y mientras me tomaba el último jugo que me sirvió, lloraba. Ni siquiera les puedo decir por qué, imagino que por todo.

En mis noches, soñaba en negro. Ni una sombra, ni un destello. Solo una voz, un grito, que se repetía como en un disco dañado, una y otra vez... «Piedad».

Sigues escuchando su voz en sueños —escuché decir a Sah.

Sí, creo que empiezo a necesitar la bebida como un anestésico. No quiero más noches así.

No es necesario —me explicó—. Yo puedo llevarme tus sueños. Necesitas descansar. Necesitas paz.

Tal vez no la merezco. Tal vez debo seguir escuchándola hasta que enloquezca. Es lo justo. Yo me robé su vida, es justo que ella se lleve mi cordura.

Tú tomaste una decisión desesperada, pero no la mataste. Quien la mató fue la persona que la secuestró y encerró para ser ejecutada. Te quitaré esos sueños, y no te estoy preguntando si quieres.

       Ese día comprendí todo lo que había sido Shaula, de todo lo que siempre fue capaz, sin que yo misma lo supiera. Ella cayó, pero no cayó sola. Era un domino tan astuto que estuvo posicionando uno a uno a todos detrás de ella sin llamar la atención, para que al momento de su caída no pararan las repercusiones. Una tras otra, una tras otra.

En el bar, todos empezaban a salir aglomerados para ver la próxima.

Al asomarme, descubrí junto al resto un ejercito de personas que marchaba hacia el palacio.

Mujeres.

Algunas llevaban estandartes con inscripciones bordadas donde se leía
Darangelus sha'ha me. Otras tenían las manos levantadas, cada una sosteniendo una parte de una larga bandera donde se veía la forma de una serpiente alada con una corona de espinos y rosas; un símbolo de aspecto tan imponente como un dragón.

Vendida [YA EN LIBRERÍAS] [Sinergia I]Where stories live. Discover now