CAPÍTULO XV

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Morana

— ¿Cómo soportaste tanto tiempo? —murmure con un dolor en el pecho por él.

— ¿Recuerdas la pequeña bañera que resaltaba en el patio trasero? —intenté rememorar la escena y lo recordé. Me resulto llamativa por su estructura de plástico azul, y porque era un poco ordenado en el medio del caos.

— Si, lo recuerdo.

— Bueno ese solía ser todo mi mundo. Odiaba con todas mis fuerzas tener que pasar tiempo dentro de esa casa. No podía cerrar los ojos tranquilo porque, aunque lo lograra por la madrugada recorrían insectos y roedores paseando en mi habitación. Me estaban volviendo loco. Al final de cuentas ni siquiera podía dormir ya que debía estar en guardia para que no me picaran algo extraño. Por eso cogí la única manta limpia que yo me encargué de lavar y descansar en esa bañera. —explica con una tristeza muy mesurada. Deslice mi mano hacia la suya, quería de alguna forma que sintiera mi apoyo. Él pareció entenderlo dedicándome una sonrisa pequeña y me apretó fuertemente mis manos.

— No me imagino todo el horror por la que pasaste. —dije.

— Aun con todo eso no me importaba ir al baño de la estación de servicio que quedaba a pocas cuadras de la casa o tener que alimentarme de comida rápida. La peor parte la llevé en la escuela. Te imaginarás no había forma en que mi tía decidiera lavar mi ropa, así que siempre olía mal. Nadie quería sentarse a mi lado, hasta mis profesores se quejaban de mi falta de higiene. En ese entonces solo era un niño... no había nada en lo que pudiera pensar que me ayudara a salir de eso, no comprendía exactamente porque todos me evitaban y creían que era mi culpa. Me odiaba demasiado, aun me sigo odiando. No puedo superarlo.  —los recuerdo le llegaron a la mente de Tae y la mirada perdida se fue con él.

Me lo imaginaba tardes enteras quitándose la suciedad de la que todos sus compañeros hablaban. Y todo lo que deseaba es hacer un amigo, alguien que pudiera entenderlo y que le hiciera saber que no había nada extraño con su persona. Pero, a esa edad nadie es consciente de lo hiriente que las palabras podían ser. Por ese motivo fue que comprendí en todas esas veces verlo callado, con una personalidad cerrada, pues, su esperanza de ser escuchado murió aquel día que lo humillaron.

Tae siguió hablando, en donde me explicaba las tantas veces que intento limpiar la casa; buscando mil formas de deshacerse de la basura, en cual, su tía siempre se percataba del cambio y comenzaban las discusiones. Al final se rindió y simplemente acepto que tendría que valerse por sí mismo. Espero a tener la edad suficiente para escapar y hacer una vida nueva. Sin embargo, cuando consiguió su libertada, se percató de todos sus traumas. Y peor aún que no se iban con nada. Los malos olores estaban impregnados en él, hasta tenía pesadillas ocasionando despertarse por la madrugada, sudando.

— Tae... yo no sé qué decirte. —solté sollozando con todo lo que me rebelaba de su infancia. Él me miró con ternura; por fin, siendo capaz de soltar aquella expresión sombría que empañaba sus bellas facciones. 

— No te conté esto para que me consolaras. No hay palabras que puedan hacerme sentir mejor después de lo que pase. —confesó. — Te he mostrado esté lado para que sepas el tipo de persona que soy. Eres la primera amiga que tengo y no quería vivir con el miedo de pensar en que te alejarías de mí si te enterabas por otro lado de mi pasado. —menciono mientras lo miraba fijamente a los ojos y me pregunte cómo existía una persona tan hermosa como él y pasar por todo eso. Era demasiado bueno y puro para que sea mi amigo. Me acababa de confesar todo para no destruir la amistad basada en mentiras. Me sentía una hipócrita escuchando y actuar como buena persona que comprendía. Entre más lo analizaba, más repulsión sentía de mi persona. No intentaba formar parte de su vida, no. Mi conciencia era mucho más pesada y él parecía demasiado perfecto para mí. — ¿Por qué tienes esa expresión? —me cuestiono, seguro mi cara era de preocupación.

Culpable © | ᶜᵒᵐᵖˡᵉᵗᵃ ✔ |Where stories live. Discover now