Culpable © | ᶜᵒᵐᵖˡᵉᵗᵃ ✔ |

CAPÍTULO V

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Morana

Aquella pregunta que formule fue suficiente motivo para que Jung Kook se paralizará al instante. Sus ojos se clavaron en mi con tanta intensidad durante ese breve tiempo, que luego él se separó incómodo.

— No entiendo de que hablas. —parecía confundido con mi repentina pregunta apartando la vista hacia otro lado.

— Solo olvida lo que acabo de decir, últimamente divago mucho. —me exprese. Él intentaba descifrar que me pasaba; al parecer actuaba cómo una paranoica después de saber quién me estaba haciéndome la vida de cuadritos. La estaba pasando muy mal después de revelarme contra, Agnes.

— Bueno, creo que no la has tenido nada fácil últimamente. —escuchar eso me hizo recordar todo y exhalé cansada. Prefería que se marchara cuanto antes y me dejara tranquila para no tocar el tema.

— Creo que llegaras tarde a tu entrenamiento. —cambie de tema. A Jung Kook le resulto extraño mi cambio de actitud y de seguro pensaría que estaba loca por cambiar así repentinamente.

— ¿No me pedías hace un momento que asumieras mi responsabilidad?

— Eso fue antes. —concluí dándole la espalda y proseguir con el trabajo que dejaría a medias.

— ¿Antes cuándo? ¿Hace un minuto?

— Bueno ¿Quién ha dicho que las cosas no pueden cambiar después de unos cuántos segundos? Ya lo pensé mejor y no quiero problemas con el entrenador del equipo porque obligué a su jugador estrella, a ayudarme a remover las malas hiervas.

Él notó el tono de enfado que estaba usando y lo veía contrariado de no saber el motivo para estar así de esa forma. Estuve a punto de pedirle su número para saber si era el mismo el de los mensajes sin perfil, pero, era consiente que debía estar alerta a todo sin dar mucha información de más a nadie.

Podían usar en mi contra y no quería trascender rumores que estaba tan sola que sólo hablaba con un chico desconocido por Kakaotalk.

— Entonces nos vemos luego.

— Yo creo que no. —susurre lo más bajo para que él no me escuchara y se marchara pronto.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me percate ni siquiera cuando termine el trabajo. Mis piernas estaban entumecidas apenas podía ponerme de pie para tomar un descanso. No tuve otra opción y me senté en la tierra dispuesta a recuperar mis fuerzas.

Rebusqué en mi bolsillo mi móvil, quería saber si obtuve alguna respuesta por parte del misterioso. Así lo apode hasta saber quién era. Me entusiasmaba con la idea de tener una charla con él al menos por un rato. Abrí la aplicación y encontré un mensaje sin leer. 

Pensé en un momento que no me escribiría y dejaría pasar días para volver hablar, sin embargo fue todo lo contrario. Parecía tan decidido y no podía comprender cómo una persona así de seguro se escondía.

❝ Librería Ventino, segunda planta pasillo tres, tercer estante de abajo. Un pequeño libro de cuero negro con detalles en dorado. Lo elegí justo para alguien hermosa y misteriosa como tú. ❞

Lo releí un par de veces más hasta que entendí sus intenciones.

El cielo comenzó a nublarse de seguro estaba pronto por caer la lluvia; así que me puse en marcha hacia la librería, pero, antes tome las herramientas y llevarlas al pequeño almacén del conserje y me reportaría con el profesor Seinfeld para que todo esté en orden y cumplido.

— ¿Por qué estás aquí sola? —me pregunto Ethan que se encontraba recargado en la pared. Su camiseta estaba manchada de pintura azul, mientras que en la mano sostenía un cigarro en lo cual parecía a punto de terminarse.

— ¿Por qué crees tú? —solté con ironía.

— Así que el atleta prodigio se volvió a escapar de sus obligaciones. A veces quisiera tener la suerte de ese hijo de papi. —expreso y me causo risa en la forma que lo decía.

— No pienses demasiado en eso, igual todos éramos conscientes de que a quién le tocara de compañero con Jung Kook iba a terminar haciendo el doble. —me acerque hasta él con un poco de nervios porque estaba rompiendo las reglas. Tome su mano para sacarle el cigarro y lo tire al suelo.

— ¡Oye!

— ¡Silencio! —lo regañe. — Estoy cansada de estos castigos y si llegan a pillarme contigo fumando, nos van a dar una sentencia peor. —pisé el cigarro con sumo enojo y comencé a salir en dirección a la calle.

— ¿A dónde vas?

— A la librería. —le conteste notando su cara de frustración.

— ¿A qué? ¿Es sábado, cómo se te ocurre ir a un lugar así? —parecía confundido, o tal vez era ridículo escuchar eso de mí ya que nunca me vio estudiando o con libros, pues me consideraban la rebelde del siglo. Pero en el fondo me comprometía con todo lo relacionado con estudiar.

— A veces también puedo ponerme seria.

— No digo que no puedas, simplemente me resulta extraño.

— Deberías seguir mi ejemplo.

— Entonces, ¿Vamos almorzar? y aprovecho para acompañarte. —dijo guiñando un ojo y termine por aceptar su invitación. Además, moría de hambre.

Ethan al final del día me dejo en la puerta de la librería después de que nos devoramos una pizza entera entre los dos. Saque mi móvil para revisar nuevamente las instrucciones dadas por el chico misterioso y seguir al pie de la letra. Camine por el pasillo que él me había indicado y revise con cuidado la estantería hasta que di con el libro.

Resaltaba a la vista, pues era el único en su color. Lo verifiqué con cautela y al leer el título me llevé una grata sorpresa. Eran poemas dedicadas a un amor. Comencé a ojearlo y ya había captado toda mi atención ya que eran versos creado por un enamorado que se dirigía a su amor imposible. Las palabras estaban llenas de dramatismo y desconsolados que me recordaban a las novelas y obras de teatro que tanto me gustaban. Me quede asombrada.

Pasaron las horas mientras seguía perdida en aquel espacio de la librería que ofrecían a los lectores para leer algunos libros antes de comprarlo. Di vuelta la última página y descubrí algo inquietante.

Era una foto mía en el teatro que solía visitar muy a menudo. Gire la imagen y detrás contenía una nota:

❝Te espero hoy a las nueve, en esté lugar. ❞

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