CAPÍTULO III

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Narrador.

Morana dentro de su incredulidad, estaba emocionada por suponer que eso era una respuesta a su mensaje; tan así, que de la emoción chillo en la almohada para que nadie la escuchara. No lograba entender que algo tan pequeño la pusiera así, a tal punto de avergonzarla o ilusionarse, pero ¿Quién podría ser? Paso demasiado tiempo desde la última vez que le sucedió algo medianamente bueno para ella. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de darle clic al mensaje, se congelo y la duda la invadió. Se detuvo a pensar mejor las cosas. 

¿Y si no era un mensaje bueno? ¿Y si el chico quería burlarse de ella? ¿Y si era parte de un plan macabro de Agnes? o peor aún ¿Y si era ella con una identidad falsa para terminar con lo que empezó? 

Y así pensó en todas las contras que tenía si intentaba involucrarse con otra persona. Su amistad con Agnes la había dejado jodida. Morana era una montaña rusa de emociones, donde los buenos recuerdos a su lado casi siempre eran opacados por la amargura y la culpa que la afligía cada vez que recordaba todo lo que permitió en esos años.

Decidió que no estaba lista para enfrentarse a otra pelea psicológica y cerro de un golpe su portátil, sin ánimos de sacrificar su poca estabilidad mental por saber de un chico del que no sabe nada. Se dejó caer en la cama cansada, ignorando a su madre quién pedía a gritos que bajara a cenar. Sabía que lo único que le esperaría en el comedor era un terrible silencio como era habitual.


***


Despertó al día siguiente desorientada y malhumorada. Ese día fue al traumatólogo como le recomendaron y rogaba que el doctor le digiera que tenía algo roto para no asistir a clases, pero para su mala suerte se encontraba bastante bien, aunque su cara estaba en mal estado. Nada que un buen maquillaje oculte los moretones; pensó.

Muy a su pesar debía asistir a la escuela y lo peor era que tendría que ver a Agnes, aún si no lo deseaba, pues compartían las mismas clases y era inevitable el choque.

Camino del hospital hasta la escuela y justo estando en la puerta del establecimiento escucho que terminaba de tocar el timbre de entrada. Pasó discretamente por el pasillo, el cual estaba abarrotado de compañeros queriendo llegar a clase. Intentando ser lo más silenciosa posible, aguantando la respiración muy premeditado.

Morana ingreso al aula con cierta fragilidad y molestia, volteando hacia todos lados esperando encontrarse con algunas miradas curiosas, pero, lo cierto es que apenas reparaban de su existencia y aunque la lastimara el rechazo era mejor que tenerlos cerca molestándola.

Se abrió lugar entre los pupitres con la mirada baja, y recorrió todo el trayecto hasta el último asiento al lado de la ventana. Una vez sentada en su lugar decidió mirar por la ventana  y observar el paisaje tétrico del campus;. Tenía la esperanza que los demás creyeran que a ella de daba igual.

Hasta que escucho la llegada de alguien que reía llena de alegría y diversión y fue que comprendió que Agnes hacía acto de presencia en el área.

Morana la observo de reojo y se percató que la joven chica caminaba en dirección a ella. Se tensó y frunció el ceño sin entender que tramaba.

— Hola Ana, ¿Cómo estás? —así le decía Agnes cuando te hacía saber que su nombre era insignificante para ella. — Sé que las cosas terminaron mal hace unos días, pero quiero que sepas que ya no hay rencores. Es muy difícil seguir enojada ¿Qué dices?

Culpable © | ᶜᵒᵐᵖˡᵉᵗᵃ ✔ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora