Capítulo 34

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El humo de su cigarro se diluía en el ambiente nocturno gracias al viento otoñal filtrado a través de la ventana. Ventana de aquel hotel pueblerino que yacía esplendorosa e irresponsablemente abierta de par a par para que Khaji se acomodara a sus anchas en su cornisa.

El sospechoso sujeto se mostraba en la lobreguez de la noche, siendo la silueta blanquecina de los residuos que salían de su cigarro la que contrastaba con el tenue y pobre alumbrado público. Sólo así se comprobaba que su tabaco estaba encendido y muy lejos de acabarse.

Ese cigarrillo era el primero de su segunda cajetilla. Hacía tiempo que no fumaba en tal medida y con tanto ahínco. De verdad estaba exagerando y acompañaba sus arrebatadas bocanadas con un refunfuño que desahogaba su preocupación y su fastidio.

De sólo recordar lo que atestiguó la noche anterior, imprimía sus pulmones agresivamente con más humo acanelado de sus tabacos. Solamente así lograba atajar su leve ansiedad.

-Sólo a mí me pasan esas cosas por tonto... -Se dijo Khaji emanando los residuos de su cigarro-. Y a Jaime le pasan por... por... -Ni siquiera pudo completar esa oración; sus labios se ocuparon inmediatamente con su vicio-.

Mantenía su ceño fruncido repasando una y otra vez esa escena efímera que a lo mucho duró seis o siete segundos, pero podría jurar que para los involucrados, se arraigó durante un siglo completo.

-No puede ser... -Musitó a la par de su exhalación, remembrando la hazaña de su amigo y el sorprendente rescate de su princesa pelirroja-.

Recordó entonces haber pestañeado y con ello, haber perdido a su amigo de vista.

En menos de un santiamén, sintió sus compras estrellarse contra el suelo y a su impaciente protegido correr hacia la avenida. Y es que fue más rápida la desaparición de Jaime que su propia voz al pronunciar el nombre de Bart.

-¡¿Qué rayos?, ése es Ba...! –Exclamó Khaji impresionado y crédulo mientras sus músculos se atiesaban y se preparaban para correr-.

No obstante, aún conservaba aquellas sílabas en su garganta cuando percibió una ráfaga de viento removerle el cabello. Entonces, pensándose dos veces la escena que se estaba desarrollando frente a sí, del otro lado de la calle, observó la espalda de Jaime alejarse tan velozmente que ya no prestó atención a nada más.

Sus piernas se paralizaron por unos instantes. Sus pensamientos se enredaron al decidir sobre ser un espectador o tratar de detener a Jaime antes de verlo lanzarse contra los autos. Y es que estos ya habían reiniciado su tránsito y con ello seguramente, el chico sólo encontraría su propia muerte.

-Maldición, ¡Jai...! –Recordó que quiso gritarle, pero al ver la apabullante fuerza de sus pasos y su briosa desesperación por alcanzar al torpe de Bart, ya no supo en qué confiar o qué comenzar a desear-.

Su lado lógico veía los autos avanzar, a Jaime correr exasperado, a Bart hecho ovillo en el medio de la calle y todas las circunstancias venirse en su contra. No habría modo de ver un final feliz a esa locura. Temió el peor de los escenarios. Todo eso al tiempo que duran seis o siete segundos. Sus agallas se estrujaron y su corazón se achicó. Se lamentó profundamente no haber actuado inmediatamente.

Entonces, en medio de todo ese ruido urbano y los murmullos molestos de la gente, Khaji escuchó aquel lamento desgarrador.

-¡BAAAAAAAAAAAAART! –Oyó la voz de su amigo-.

"Jaime..." Pensó preocupado sobremanera, pues creyó inferir en ese llamado alguna especie de despedida.

Sin embargo e irónicamente diferente a lo más racional posible, el incrédulo de Khaji debió tragarse su pesimismo y retractarse en su fría reflexión al aseverar sorprendido cómo Jaime se lanzaba sin temor o cuidado sobre aquel muchacho impertinente que los había puesto en peligro a los dos.

No sueltes mi mano [BluePulse]Where stories live. Discover now