Capítulo 35

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Su mirada se concentraba fija sobre la cicatriz que ahora adornaba su hombro. Se contorsionaba para poder mirarla mejor. Lo único bueno era saber que aquella marca yacía a sus espaldas y no de frente y tan evidente. Bart agradecía aquella suerte que tuvo. Si a eso se le hubiese podido llamar como tal. Aún no se hacía a la idea de haber sido tan afortunado como para que el disparo no lo hubiese matado. De verdad estaba agradecido por eso.

Ahora, luego de casi tres semanas de aquel horrendo suceso, Bart podía respirar más tranquilo viendo la evolución favorable de su recuperación. Ahora atestiguaba de primera mano lo fuerte que podía realmente ser. Aunque no debía llevarse todo el crédito, pues en esos pésimos primeros días luego de volver al apartamento de Jaime, no se halló solo para enfrentarse a los funestos recuerdos que esa desagradable experiencia le dejó.

En ello debía ser sincero; si no hubiese sido por la infinita ayuda de Jaime y Khaji, ese final hubiese sido algo muy diferente y muy cruel. Pensar en ello lo estremecía sin control, pero le bastaba con traer a su memoria la imagen de su tan adorado amigo Jaime para comenzar a calmar su agitado corazón y su cortada respiración. Con esa cura sobrellevó los primeros días luego de ser rescatado de aquella avenida. Algo que no le fue muy fácil, pues su convalecencia no sólo era física, sino emocional y anímica.

Dos días enteros se la pasó durmiendo después de despertar y reencontrarse con Jaime en aquel hotel de mala muerte; justo igual que aquellos días cuando fue encontrado en el callejón.

Esa experiencia no fue muy amena para describir. Bart sufrió fiebres e incomodidades con la herida de su hombro y el malestar en general. Sin embargo, al muchacho convaleciente le bastaba estirar su mano y sentir aquella de Jaime sosteniéndola. Percibir su calor y su suavidad lo tranquilizaba al instante. Sólo de ese modo, lograba retener un poco de resistencia y continuar recuperándose. Por supuesto, los cuidados médicos de Khaji fueron indispensables, pero realmente, fue la compañía de su amigo la que lo salvó de ese infierno traumático.

Esos días quedaron en el pasado cuando Bart despertó lúcido y sin temperatura alta. Lo primero en su agenda fue pedir algo de comida y disfrutar de los alimentos sencillos y deliciosamente caseros que Khaji preparaba a consciencia.

Jaime no se despegó de Bart en cada momento que el pelirrojo yaciera despierto y en sus sentidos. Khaji se ocupaba del resto cuando Jaime debía acudir a la escuela o al trabajo. Así, cierta normalidad volvió a sus vidas.

En menos de lo que hubiese podido darse cuenta, Bart aceptaba que finalmente había vuelto al departamento entrañable y ahora estaba a salvo.

No recordaba precisamente el recorrido de vuelta o si habló después con Jaime en aquella habitación de hotel. Sólo tenía la impresión de haberse acorrucado a su lado y llorar como nunca justo antes de quedarse profundamente dormido. Entonces, esa siesta se prolongó a lo largo de días pesados y sombríos. Pese a esos críticos y dramáticos instantes, Bart fue bien cuidado y tratado. Ambos mayores se ocuparon de él y de su bienestar.

Cuando Bart pudo levantarse y caminar por su propio pie, las preguntas implícitas se hicieron presentes entre las líneas de sus pláticas.

Aunque fue algo duro y Jaime sostuvo siempre la mano de Bart, el chico contó todo lo que le había sucedido desde el momento en el que abandonó el apartamento aquella fatídica noche.

Esa declaración sirvió para complementar lo que Khaji había averiguado y lo que Jaime había atestiguado. Para Bart no fue fácil contar aquellos momentos incómodos, pero le sirvió para desahogarse. Por su lado, a Jaime se le dificultó oír ciertas partes; pues sentía un profundo dolor al empatizar con él y todo el terror que vivió. Además, pensar en lo que Kyle le hizo al torturarlo, le partía el alma y lo hacía hervir en rabia.

No sueltes mi mano [BluePulse]Место, где живут истории. Откройте их для себя