Capítulo 32

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Varias horas habían transcurrido desde que arribaron a las puertas de urgencias en el hospital. Durante todo ese tiempo, Jaime se resistió a intercambiar cualquier palabra con quien sea. Desde que bajaron del auto y entregaron al pelirrojo al servicio médico, ninguno de ellos se atrevió a hablar del tema. Jaime permanecía silencioso, con el rostro agachado y retraído incluso en su respiración. En ocasiones suspiraba tan fuerte que parecía que en cualquier momento retomaría el llanto, pero no; ni eso se permitía para sí mismo.

El muchacho entonces, sólo se arrinconó en la sala de espera y entabló una postura ensimismada. Khaji ya no le insistió, por supuesto, Michael y Ted actuaron de la misma forma. Ninguno de ellos sabía exactamente qué decir o cómo decirlo. Lo que había pasado horas atrás no les había dejado un buen humor para tratar el tema. Además, todos respetaban implícitamente el sentir y reaccionar de Jaime.

-¿N-no... no tienen hambre? –Demandó Michael repentino y algo tímido-.

-¡Cierto! No hemos cenado. –Acotó Ted abandonando su asiento-. ¿Qué tal si voy a buscar algo para comer? Me parece que hay una pequeña cafetería en la primera planta.

-¡Sí, vamos! Yo te acompaño. –Agregó el rubio también poniéndose de pie-. Café y donas para ti, ¿cierto? –Inquirió sonriente dirigiéndose a Khaji-.

-Sí. También una botella de agua. –Habló serio-.

-¿Y para ti, Jaime? –Preguntó Michael igual de sonriente y animado-.

Todos esperaron que contestara, pero el castaño ni siquiera se inmutó. Continuó en su propio mundo de silencio, hecho que incomodó a Michael al no tener respuesta.

-Café y donas también. –Respondió Khaji en su lugar-. Y si puedes, también tráele un paquete de pañuelos. –Agregó igual de estoico-.

Michael desapareció su esforzada sonrisa cambiándola por un rostro afligido. Ted le palmeó la espalda y le indicó el camino para que partieran. De ese modo, Khaji y Jaime se quedaron solos en la sala de espera.

El silencio volvió a apañarlos. Aun si había otras personas presentes y se oían sus murmullos, entre ambos muchachos ya no hubo un solo ruido, ni siquiera el de sus respiraciones. Paulatinamente, ese ambiente comenzó a importunar al mayor, quien aspiró pesadamente y se decidió a hablar. Sin embargo, apenas abrió la boca y Jaime lo interrumpió con una petición inusual, pero no inoportuna.

-Voy a fumar. –Dijo Jaime levantándose-.

El comentario tomó por sorpresa al mayor, pero no se le hizo raro; al contrario, en algún momento, pensó en invitarle un cigarro a su amigo.

-Espera, voy contigo. –Exclamó Khaji algo dudoso, pensando que quizá iba a ser rechazado, sin embargo, Jaime no se inmutó y continuó su caminata hacia la salida de emergencia-.

Ambos salieron a las escaleras y en lugar de descender, Jaime optó por subir al techo. Su decisión fue evidente al verlo poner un pie en el escalón. Sin embargo, una voz repentina pronunciando su nombre, detuvo a los dos al mismo tiempo. Al virar y mirar por encima de sus hombros, Khaji y Jaime observaron a un muchacho con medio cuerpo atravesado, apenas cruzando la puerta.

En cuanto lo reconoció, Khaji frunció el ceño endureciendo su quijada y apretando sus puños. En cambio, para Jaime, aquel joven de cabellos cobrizos y pecas en el rostro no significó nada; por lo que se preguntó seriamente si de verdad su nombre había sido pronunciado.

En un intento por verificar si era él a quien buscaba, Jaime quiso acercarse al joven, pero inmediatamente fue interceptado por Khaji, quien se adelantó violentamente para sujetar al chico de la ropa y apartarlo de la puerta.

No sueltes mi mano [BluePulse]Where stories live. Discover now