28. El Refugio

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Un resplandor inesperado surcó el cielo

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Un resplandor inesperado surcó el cielo. Mago sujetó a Bobbly con firmeza en medio del brusco deceso y lo envolvió en un abrazo contra su pecho. Se acercaban demasiado rápido al suelo. James solo pensó en girar, de modo que recibió el golpe de lleno en su espalda, entre más lejos llegaba, la velocidad disminuía.

Contuvo entre dientes el dolor abismal que le producía ser arrastrado por la tierra. Sentía su espalda partiéndose en pedazos, pero eso no le importaba, Bobbly había salido bien librado de la caída.

James tomó el cuerpo inmóvil de Bobbly y se incorporó en el suelo. Observó primero a su alrededor, habían aterrizado en un bosque con características familiares. Desconocía por completo a qué punto del espacio-tiempo habían llegado, solo rogaba que fuera la Tierra.

Aquello pasó pronto a segundo plano. Se enfocó por completo en Bobbly y lo recostó entre la hojarasca.

Lo observó en silencio, con ojos pañosos.

La sangre no paraba de brotarle por la herida y gran parte de su vestimenta en honor a Mago Universal se había teñido de rojo.

James rompió en llanto y tomó la pequeña mano del duende, ajeno al paso fugaz de una criatura diminuta que se escondió entre las ramas, había dejado un leve rastro de polvillo de colores en el aire.

—Bobbly, por favor —sollozó, recostando su cabeza sobre la barriga del pequeño—. No me dejes. Quédate conmigo, Bobbly. Debes resistir, sé eres más fuerte que esto.

—A-a-amo... —masculló con dificultad.

James levantó la cabeza. Su rostro se iluminó por un instante con esperanza, sin prestar atención al resplandor mágico que trajo a otros pequeños animales a los árboles, lucían como aves y buhos, pero el extraño color en sus alas y las diferencias en sus picos evidenciaban que eran diferentes.

—Bobbly —sollozó de nuevo—. No desgastes tu aliento, por favor. Quédate quieto, sanaré tu herida.

Bobbly obedecidió, se mantuvo en silencio, pero con sus pocas fuerzas le dio un minúsculo apretón a la mano con que James lo sostenía. Cada vez eran más las criaturas que aparecían a su alrededor, observadoras curiosas que no interfirieron.

Sin soltarlo, la mano libre de Mago resplandeció en un intenso azul y la comenzó a mover con suavidad sobre la herida. Por suerte no era profunda ni había cortado alguna vena importante, el corte había sido superificial y por un lateral.

Mago no se explicaba cómo, sabía que Lord Máximo era tenaz, aunque también sabía que quizá, en el fondo de aquel tétrico control, una parte de Ada Reich había intervenido.

—Quédate conmigo, Bobbly, quédate conmigo.

La magia en su mano aumentó poderosamente y originó un centellear intensó que se extendió por toda esa parte del bosque como un sol naciente. Cuando el brillo cesó, Bobbly sonrió a James con dificultad. La herida se había cerrado, pero aún tardaría un poco más en terminar de cicatrizar.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now