Escena post-créditos

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Hong Kong, 2019

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Hong Kong, 2019.

Una lujosa limosina negra se detuvo en la oscuridad. La mujer adentro escuchó con atención el ruido del exterior. Picaban, martillaban, gritaban, suplicaban. Aquello último iluminó con una sonrisa complaciente sus labios rojos.

Justo a tiempo, escuchó la puerta a su lado abrirse. Un hombre vestido con un elegante traje negro le tendió la mano, era de facciones orientales, aunque el color corrupto en sus ojos dejó en claro el poder sobrenatural que lo poseía. Ella correspondió, dejando ver sus largas uñas escarlata, luego bajó uno de sus pies, un alto tacón del mismo color tronó con el suelo, luego el otro.

La esperaba la entrada a un extenso pasillo de laberinto, que conducía a un complejo ovalado que se ubicaba en medio de la aparente nada. Todo el lugar estaba forrado con un grueso plástico blanco.

—Milady, lo encontramos, justo donde usted previó que aterrizaría.

—Siempre tengo la razón, querido —respondió, glamurosa, abriéndose camino a través del largo pasillo.

Conforme se acercaba a la estructura principal, el retumbe de los martillos se hacía más fuerte. Al final del sendero, solo la separaba del interior una cortina de plástico. El hombre la corrió para que avanzara. Ella dio un paso adelante, encontrándose con el enorme cráter profundo donde agotados orientales habían sido obligados a trabajar para ella en su diabólico fin. Todos ellos la vieron con pesadas miradas exhaustas, se encontraban sedientos, curtidos y maltratados; quienes los custodiaban eran hombres altos y fornidos, poseídos por un color corrupto en sus ojos.

Sin embargo, ella no les reparó la mínima atención. Sus ojos fueron apoderados por el fuego que se reflejaba desde el fondo. Sonriente, tendió sus manos, y haciendo uso de su magia escarlata, levitó poco a poco el objeto que posaba en lo profundo. Se trataba de una armadura rugosa y maltratada por secuelas de batallas pasadas, casi negra en su totalidad, con algunos detalles en rojo que se extendían por el pecho y las piernas. Reconoció además cada símbolo grabado en el diseño.

Respiró su energía, sintió su oscuridad. Era rebosante, profana, blasfema. Era todo lo que necesitaba. Lady Morpheus esbozó una sonrisa maliciosa.

—Tú serás el ingrediente secreto para el éxito de esta sociedad, Darksaber.




JAMES JEROM REGRESA EN...

JAMES JEROM REGRESA EN

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Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now