2. Las Hermanas Slytherin (Parte II)

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James Jerom recorría el pueblo con disimulo

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James Jerom recorría el pueblo con disimulo. Se mezclaba con los nativos en silencio, como era propio en el poblado, mas sus ojos se meneaban de un lado a otro como los péndulos de un reloj, permitiéndole divisar a lo lejos la aproximación de una ráfaga de luz espectral. Se giró a izquierda y derecha para analizar a los demás, sin embargo era el único turbado, al parecer solo él podía verlo.

Desconocía la procedencia, desconocía la intención, desconocía todo. Bloquearlo con un escudo sería un grandísimo error, no solo revelaría su tapadera, sino que terminaría en una situación igual o peor a la de Victoria Pembroke, y así, la misión fracasaría.

Resignado, arrugó el entrecejo y se dejó golpear por la onda. El impacto lo aventó contra una carreta de trigo, fue tan extraño que los presentes se amontaron a su alrededor.

El golpe le había dolido más de lo normal, no soportaba la espalda, lo manifestó con una mueca. No recordaba sentir tanto dolor desde su batalla contra la Emperatriz Kissandra, la reina extraterrestre que dirigió la invasión a la Tierra en 2018.

—¿Se encuentra bien? —preguntó una aldeana de edad. Mago solo asintió. Todas las miradas estaban sobre él—. ¿Qué fue eso, buen siervo?

—¡Brujería, hermanos! —Fue lo único que se le ocurrió, tras unos segundos tormentosos de silencio.

—¡Brujería! —confirmaron los demás, casi en coro.

—Esa bruja que atraparon en la mañana volvió a traer desgracia a nuestro pueblo —habló uno de los hombres—. Los cultivos vuelven a secarse, los bebés lloran, el cielo es opaco y nuestros animales mueren. ¡Hay que quemarla cuanto antes!

—¡Sí! —apoyaron los demás.

—Desde las hermanas Slytherin nada de esto había vuelto a pasar, ¡esas brujas son una plaga!

—Por suerte para nosotros, al atardecer el mal volverá a ser expulsado de Salem cuando quememos a esa bruja —siguió la mujer—. Hoy el infierno recibe a otro de sus demonios.

—Espere... —interrumpió James—, ¿las hermanas qué?

—Usted no debe ser de por aquí, ¿verdad? —James negó—. Fueron las últimas brujas que quemamos. Habían corrompido nuestra aldea con rituales paganos en el bosque, cerca a su cabaña. Pero gracias a Dios el Reverendo Universal llegó ese día a la aldea para mandarlas al infierno. Desde entonces no habían vuelto a haber más brujas en Salem, hasta que llegó esa pelirroja.

«Reverendo Universal, cómo no», pensó James.

Mago sacudió las espigas de trigo de su traje azul sobrio, ajustó su sombrero y tomó rumbo.

—Espere, buen hombre... —llamó la anciana—. ¿A dónde va?

—Al bosque. Debo cerciorarme que no hayan más brujas en esa cabaña.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now