18. La encrucijada de Bobbly

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Los pasillos del Templo se hicieron infinitos para James

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Los pasillos del Templo se hicieron infinitos para James. Él y Victoria corrían con prisa, con Bobbly cargado entre los brazos de Mago. Madame se apresuró en abrir las puertas de la habitación más cercana a una enfermería y ajustó la cama donde James depositó al ensangrentado duende doméstico.

—Su ritmo cardiaco disminuye, el pulso se ralentiza —dijo Victoria, pasando sus manos mágicas sobre el pequeño cuerpo de Bobbly.

Mago permaneció en silencio, detallaba la profundidad de las heridas. Eran demasiadas para ser contadas, pero estaba seguro de que al menos había sido golpeado más de treinta veces con un sanguinario instrumento de tortura, si era que no pasaban las cincuenta.

El agresor de Bobbly no se detuvo ni aun cuando llegó a vérsele la carne.

—Quien te haya hecho esto, pequeño, las pagará —dijo con sus ojos brillando de la impotencia—. Ojo Universal, quiero que registres el Templo.

—Además de ustedes tres y Xinok custodiando las mazmorras, no detecto otra presencia en el Templo —respondió la voz en retumbe.

—Vuelve a revisar —ordenó—. Antes de que nos separáramos en dos mil sesenta y cinco, el Templo fue atacado por La Orden, puede que algún Pacificador haya conseguido infiltrarse.

—El registro arroja los mismos resultados —contestó el Ojo.

—Sir James...

—No. ¡Otra vez! Tiene... tiene sentido —insistió Mago, yendo de un lado hacia otro, ansioso—. El hombre que vimos en las catacumbas bajo el capitolio. Sí, él debió planear esto. El Darkrom era una distracción para entrar, lastimaron a Bobbly...

—Sir James...

—¡O una nueva criatura oscura! Quizá tiene la habilidad de camuflarse, por eso el Ojo no la detecta.

—¡Sir James! —gritó Victoria, obligándolo a girarse por la potencia de su llamado.

Ambas miradas mostraban ojos preocupados y empañados, pero hubo algo en la expresión de Victoria que le hizo sentir un escalofrío asolador.

—Lo estamos perdiendo. Ha derramado mucha sangre, hay que actuar ahora.

Mago Universal asintió y se acercó a él con manos temblorosas. Tomó aire y respiró hondo. Logró calmarse. Sus manos se iluminaron como las de Madame, y ambos comenzaron a realizar movimientos coordinados alrededor del cuerpo del duende.

—Va a estar bien —dijo de pronto Victoria, sonriendo con pesar por lo bajo. Miró a James, nunca lo había visto tan preocupado—. Bobbly es parte de nuestra familia ahora, no lo dejaremos irse aún.

James asintió, y, en silencio, continuó trabajando en sanar las heridas.

El proceso fue lento, pero poco a poco la sangre se retiró, los pliegues abiertos de piel se cerraron como si fueran cocidos por agujas invisibles. Los tejidos trabajaban sin descanso en reconstruir nuevas capas que le fortificaron el cuerpo.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now