30. Batalla por el Tiempo

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Las criaturas produjeron un chillido inentendible que se transformó en un clamor sonoro de guerra

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Las criaturas produjeron un chillido inentendible que se transformó en un clamor sonoro de guerra. Los monstruos, diferentes en tamaños y formas, continuaban su brutal expansión por cielo y por tierra. El suelo temblaba en vaticinio de la destrucción desencadenada por el innumerable ejército marchante.

Mago Universal dio un paso al frente, armándose de valor. No se dejaría intimidar ni por un momento. No le importaba cuántos fueran, ni qué tan grandes o sombríos parecieran, no daría marcha atrás en su tarea de proteger al mundo, porque sin importar los resultados, siempre sería un héroe.

—Valiente esfuerzo, debo reconocerlo, pero cada variable que se pueda desencadenar de esta batalla estará siempre a mi favor —exaltó Máximo—. Su exasperada defensa no podrá resistir. Mire a su alrededor, James Jerom, no hay salvación para este mundo.

A unos metros detrás de Lord Máximo, una hilera completa de seres malignos hizo presencia. James Jerom reconoció con el ceño fruncido a cada uno de ellos: Cripto, Serpentina y Cascabelea Slytherin, Pestilencia, Ymirstalg el rey de los gigantes oscuros, Skudakumooch, la reina gorqok, Emiko la sacerdotisa e incluso el Kantrox.

Habían sido los peones en el juego demoniaco de Máximo desde el principio, los había enfrentado a cada uno en agotadoras contiendas, y ahora todo se resumía a un último destino que lo definiría todo.

Pero aquello no fue suficiente, el espacio se rasgó abruptamente con una brecha oscura y dejó entrever un báculo. Sue Máxima fue la primera en atravesarlo con una sonrisa macabra, la seguían Elementor, Kronstop y Amazona.

Todos se detuvieron al borde, en espera de la orden de su señor.

Mago continuó su camino. Solo una distancia considerable lo separaba del numeroso ejército oscuro. Respiró profundo antes de avanzar.

—Fue un adversario formidable, James Jerom —sentenció Máximo—. Le prometo una muerte con honor. ¡Hoy, La Oscuridad ha ganado! —alabó con sus brazos abiertos. El ejército tras él correspondió con un grito unísono de gloria.

—Oh, darling, no esté tan seguro de eso.

Un viento frío recorrió la espalda de James y le erizó cada vello del cuerpo. Los latidos de su corazón, que se habían mantenido bajos hasta el momento, se aceleraron de repente. Reconocía la voz a sus espaldas. Respirando agitado, se giró. Una mujer de cabellos rojos y vestido escarlata victoriano coronaba la cima de una pila de escombros, con una mano elegantemente puesta en su cadera y una amplia sonrisa que iluminaba su rostro. Se veía más radiante que nunca.

—Victoria —murmuró con una alegría que avivó su espíritu decaído. Era Victoria, su Victoria—. Estás viva.

—Imposible —exclamó Máximo, tornando seria su mirada—. ¡Yo mismo te maté!

—Novena energía, un regalito de nuestros amigos futuristas de Galtha, a donde usted muy amablemente me arrojó después de casi asesinarme sin piedad, señor Máximo —respondió, triunfante, mientras comenzaba su caminar al lado de Mago Universal—. Verá, es lo curioso de lo viajes en el tiempo —dijo finalmente junto a James, brindándole una sonrisa que le dio paz en medio de la tormenta—. Para usted llegar aquí fueron minutos; para mí, mucho más que eso. Quizá usted tuvo la eternidad a su favor para formar todo un ejército, pero usted mismo rompió el tiempo, y adivine qué... está muy molesto por lo que ha hecho. Tanto, que nos permitió romper algunas reglas para darle una lección que, le aseguro, jamás olvidará.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now