3. Lobizona (Parte I)

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Templo Universal, 2019

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Templo Universal, 2019.

Con la misma rapidez en que un portal de centellante energía azul surcó el hogar del Hechicero Protector, los Universales que recién llegaban se percataron de un sonido agonizante. Era susurrante. Doloroso. James corrió directo al origen. Encontró sobre el sillón a un hombre idéntico a él, era quien estuvo reemplazándolo en el presente durante su cruzada en el pasado.

—Justo a tiempo, James —musitó con dificultad. El cuerpo se le comenzaba a quebrantar, desprendía destellos de luz azulada de cada grieta—. La línea temporal está segura...

—Hiciste un buen trabajo, James —le susurró—. Ya puedes descansar.

Mago lo tomó de la mano y le agradeció con una sonrisa. El doble le correspondió con otra, antes de volverse polvo con la misma velocidad de un chasquido.

—Qué estremecedor, darling —habló Victoria, reposándole la mano en el hombro—. Sentí que lo perdía.

—Con ellos se va una parte de ti, Madame. Debo hallar la forma de mantener este tiempo protegido sin sacrificar más versiones de mí.

—Ya se nos ocurrirá una estrategia, Sir James, téngalo por seguro. Es uno de los magos más brillantes que haya conocido.

—Gracias —le sonrió—. La mayor parte del tiempo los halagos suelo dármelos yo mismo, pero me agrada el cambio.

—¿Por qué no me da un tour por el Templo? —expresó con una sonrisa, intentando aliviar el ambiente—. Veamos qué novedades trajo el futuro, o más bien mi futuro, al hogar de los Universales.

—Seguro —accedió—. Por aquí, Madame. —Le tendió la mano para darle el recorrido.

La pelirroja paseó la mirada a su alrededor, si bien era el mismo recinto donde vivía, notaba los grandes cambios que James Jerom había hecho al templo. Lucía más grande de lo que recordaba, con numerosas puertas y pasadizos. El lugar, más allá del piso donde se encontraba, era todo un laberinto, además el color azul poblaba gran parte de la decoración.

—Bienvenida al Templo Universal del dos mil diecinueve.

Madame continuó dando pasos intrigados por el sitio, hasta adentrarse al tan popular Cuarto de Reliquias, donde los Universales de todas las épocas guardaban todo tipo de artefactos místicos; allí, cercano al Brazalete de Corvyn y al Candelabro del Apocalipsis, Madame fue tentada por la perilla reluciente de una de las puertas. Se acercó con sutileza, con la mano extendida hacia el picaporte.

—Oh, esa habitación del demonio —susurró Mago, al tiempo en que movía sus brazos. En consecuencia, la puerta se desvaneció de la vista de Victoria—. Nunca entres ahí. Fue un hechizo que salió mal... sigo trabajando en cómo deshacerme de ella.

Madame rio por lo bajo.

Darling, conocer su presente será divertido.

—No tanto como cree, Madame —respondió con una mueca—. Me temo que su antigua habitación ahora es la recreación exacta de la base secreta de Vigilante. Creo que tendré que reubicarla de aposento.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now