6. Los llaneros magníficos (Parte II)

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El temple de la mujer se mantenía firme, a la espera de la respuesta de quienes sabía muy bien que eran visitantes de otra época

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El temple de la mujer se mantenía firme, a la espera de la respuesta de quienes sabía muy bien que eran visitantes de otra época. Lo había percibido en su aura.

La declaración de Ajeiwa había sido corta, pero lo suficiente precisa y contundente para provocar en los hechiceros un mar de preguntas. Las palabras Ajeiwa y Wanikiy se conectaron como puntos en la mente de Mago; en ese momento, el rostro le fue familiar, se reflejó en la apariencia de alguien que conocía muy bien.

—¿Universales? —preguntó Mick, aún sin comprender la situación—. ¿Poderes oscuros? ¿De qué se trata esto? —Gruñó—. Tuve suficiente con ese maldito pájaro que lanza rayos azules.

—Su nombre es Ave Trueno —replicó Ajeiwa, con un tono severo—. Deberías mostrar un poco de respeto, gracias a él, la lluvia y el rocío llegan a nuestras tierras; es un regalo de parte de la naturaleza

—¿Lluvia? —Rio—. La sequía nunca había golpeado tan fuerte en Survivor. Nuestro ganado muere, los cultivos se marchitan, el agua escasea, las minas son un desierto. ¿Y quieres que me crea que tu Ave Trueno es quien trae la lluvia? ¿Dónde has estado estos últimos meses, india?

Ajeiwa dio un paso adelante, y, sin mostrar el mínimo indicio de debilidad ante el hombre de pañoleta marrón, le giró la cara con una bofetada.

—India a mucho honor.

—Suficiente, señores —calmó Mago—. Ajeiwa, ¿te importaría si hablamos en privado?

—No hay tiempo para charlas, Universal. Es momento de actuar. —Cerró los ojos, respiró profundo, luego exhaló—. Está cerca, se aproxima al pueblo una vez más, y más furioso que nunca.

—¿Quién? —inquirió Will el cantinero—. ¿Los bandidos de El Diablo?

—No... el Ave Trueno.

—La última vez casi destruye Survivor, otro ataque como ese acabará con todo el pueblo —musitó Diegston con atisbos de terror.

—No en mi guardia —prometió Mago, ajustando su sombrero azul oscuro.

De inmediato, los ecos de un primer trueno resonaron por las paredes de madera. Lo que siguieron fueron gritos. Todas las miradas cayeron sobre James; él, sin tiempo que perder, emprendió camino hacia la calle. Los demás le siguieron los pasos.

Allí, la gente huía despavorida hacia el interior de las viviendas. La causa se originaba al horizonte, donde nubes púrpuras y el tronar azul anunciaban la cercanía del Ave Trueno. A pesar del viento en su contra, James continuó caminando hasta llegar a mitad de la calle, sus botas vaqueras se hundían en la tierra con cada paso. La furiosa ventisca meneaba su gabardina azul oscuro y por poco hacía volar su sombrero.

—¡Sir James! —gritó Victoria, uniéndosele al lado a pesar de la adversidad climática.

Los demás se limitaron a ver desde la seguridad de las construcciones.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now