Capitulo 18

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CHRISTIAN

Que mierda estoy haciendo, no sé porque lo hago.

No, si lo sé, lo hago porque soy un puto cabrón de mierda, no merezco nada, merezco lo peor.

Hace una semana que me fui del departamento, dejando a una Brenda sola y encerrada.

Mi rutina se ha vuelto hago monótona, me despierto y agarro una botella de wiski o de tequila y muy pocas veces de ron.

Me estoy ahogando en alcohol, la engañe, engañe a la única que me había podido sacar del mundo en el que me había metido, yo la quiero, pero no sé cómo demostrarle lo que siento, solo se cagarla.

Termino mi botella de tequila y veo que ya no hay más alcohol, estoy perdido.

Manejo como puedo para el departamento y la verdad es que ya es muy tarde, son pasadas las 3 de la mañana.

Entro y veo que todo está totalmente como lo deje, supongo que Brenda debe estar durmiendo.

Busco algún tipo de alcohol y no encuentro nada, me siento desesperado, esta semana el alcohol me ha ayudado a no pensar en lo mierda que soy y sus efectos ya están comenzando a desaparecer.

Voy a buscar a Brenda a la recamara, pero no la encuentro.

La cama sigue intacta y ella no está.

Vagos recuerdos de ese día que me fui vienen a mi mente y recuerdo que la deje completamente encerrada.

Con las manos temblorosas abro aquella habitación y la encuentro tirada en el suelo, con una piel pálida y uno labios resecos.

No, ella no, soy un completo hijo de puta, como no me di cuenta de que la había dejado encerrada.

La acuse y sé que hice mal, ella no es como otras ella es distinta y yo la cague.

La levanto en mis brazos y la recuesto en esa pequeña cama.

Voy por una toalla y la humedezco con agua tibia, luego por pequeñas gotas hago que ella se tome esa agua de la toalla.

La limpio y cambio, solo espero que ella despierte y que no me odie, porque para eso ya me odio a mí mismo.

Me quedo dormido de un momento a otro, pero pequeñas caricias me hacen despertarme.

—Brenda, perdóname, soy un idiota, soy un cabrón de mierda que no te mereces como esposo, soy un gran hijo de puta, soy la peor cagada del mundo, tú no tienes por qué cargar con mis mierdas, si quieres te puedes ir yo no te obligare a que te quedes — le digo sin poder mirarla

—Te odio Christian Anderson, te odio por mentirme.

—Ódiame todo lo que quieras, pero hare todo para que me perdones — le digo a ella, pero ya no se si me escucha.

Tenerla entre mis brazos hace que despierte en mi ese calor que añoraba tanto, esa sensación de estar alrededor de una fogata, ella me hace sentir de una manera muy especial, solo ella logra tranquilizarme.

No sé en qué momento comienzo a llorar, Brenda no se da cuenta de eso y me acurruco en su pecho, sentir ese pequeño bombeo de su corazón, aquel corazón que me encargado de destruir y ya no sé cómo repararlo.

Me acurruco en ella y la abrazo como si de ella dependiera mi vida.

Me despierto porque unas manitas juegan con mi cabello, se siente muy bien lo que está haciendo.

Levanto mi cabeza y la veo, es ella, es Brenda quien con sus manitos está revoleteando mi cabello.

—Hola — dice ella bajito e intenta parase.

—Hola — le digo yo con mi voz ronca.

Breda necesita comer, soy un irresponsable

—Vamos para que comas algo — le digo yo.

—No tengo hambre — me dice ella y se volteo dándome la espalda.

—Necesitas comer y lo harás — le digo yo.

—Llama a Benjamín, a él lo necesito, a ti no te quiero ni ver. 

No soporto la idea de que Benjamín venga, pero necesito que ella coma.

—Lo llamare, pero come mientras llega — le pido y ella asiente

Llamo a Benjamín y me pongo a sacar las cosas que voy a necesitar y comienzo a preparar la comida.

Ya acaban de pasar 30 minutos y la comida ya está, solo hice una pequeña sopa de pollo para que Brenda lo pueda comer y no le caiga mal, no quiero que se enferme más de lo que ya está.

—Ojalá te guste — le digo mientras pongo su plato en la mesa

—Gracias.

Veo como Brenda lleva la cuchara a su boca y hace una mueca rara.

No termina de pasar y sale disparada al baño para regresar todo.

—Necesito agua — dice ella y se la alcanzo lo más rápido que puedo.

No sé cuánto tiempo pasa, pero llega Benjamín y Brenda es la primera en lanzarse a sus brazos.

Benjamín me mira con odio y a Brenda con adoración, tal vez ellos se merezcan el uno al otro; yo solo la daño más de lo que puedo.

—Deberías ir con Benjamín, él sabrá cuidarte mejor que yo.

—Pues si me voy con él, así te dejo más tranquilo para que traigas a tus amiguitas — dice ella llena de enojo.

***

No sé cómo sentirme, muero de celos al saber que mi mujer esta con mi hermano, pero también me odio por haberle hecho tanto daño a ella.

No sé qué hacer, no sé qué pensar...el alcohol es mi único aliado en este momento.

Una firma y un papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora