⚡Capítulo 11⚡

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BRENDA

Me despierto y sé que mi vida no es como la cenicienta que amanecía hecha una diosa, yo apenas me levanto parezco una bruja y mis cabellos están hechos un nido de pájaros.

—Despiértate dormilona — me dice Christian mientras destapa mi rostro.

—No quiero, parezco una bruja — le digo tapándome la cabeza para que no me vea.

—Estas hermosa, solo apúrate — me dice Christian y no puedo evitar sonrojarme.

Desde el beso que nos dimos en el hotel me he dado cuenta de que Christian siempre mira mis labios cuando me habla, no negar que yo también muero por volverlo a besar.

El beso que nos dimos para la boda fue tan simple, tan frio, tan, tan, no sé cómo explicarlo, pero no se sintió lo mismo que cuando estuvimos en el hotel.

No me quiero enamorar, porque sé que tarde o temprano el amor me hará sufrir y yo no quiero eso para mí, suficiente tengo con haberme casado por ayudar a mi padre, no pienso caer en manos del amor.

Me levanto de la cama con mucha pereza, pero me obligo a ir al baño para lavarme a cara y los dientes.

—Buenos días — me saluda Christian

—Me dijiste que me esperarías a bajo — le dije con toda la pasta en mi boca

—Vine porque te estas demorando mucho y yo pensé que tenías problemas para cambiarte así que como buen esposo que soy vine a ayudarte — me dice Christian sin pudor alguno.

—Si llegara a necesitar ayuda de alguien para cambiarme se la pediría a Cecilia — le dije lo más entendible que pude porque me estoy cepillando los dientes.

—Apúrate, ya no te da tiempo de tomar desayuno — me dijo Christian

—Okey — contesto.

Termine de ponerme el odioso uniforme y baje.

—Buenos días Cecilia — dije con una radiante sonrisa.

—Se dice buen día no buenos días — me dijo Christian

Solo ruedo los ojos para que él se dé cuenta que su comentario me incomoda.

—Buen día señorita Brenda — me saludo Cecilia.

—Brenda, si no te importa ya podemos ir saliendo — me dijo Christian con un tono fuerte, asi de la nada.

Siento los ojos picar, pero asiento y ambos salimos.

Siempre he sido sensible y eso se debe a mi signo zodiacal o eso es lo que quiero pensar yo, me hace sensible a los tratos que me dan, no me gusta que me hablen fuerte, cada vez que alguien me habla fuerte me dan ganas de llorar, sé que si abro la boca para decir algo voy a ser un mar de lágrimas, es por eso que mis padres nunca me gritaban y siempre he sido una consentida, aunque no lo quiera aceptar extraño a mis padres, me hace falta hablar con ellos, desde que me case no los he visto, quisiera saber cómo están, que es de ellos, saber si están bien y si me extrañan sobre todo.

—¿Estas bien? — dijo Christian mientras se estacionaba en la puerta de mi colegio.

Encima se atreve a preguntar, que cínico.

Asiento y estoy dispuesta a bajar del auto, pero me detiene.

—Brenda, dime que te pasa — dice Cristian agarrando mi cara para que lo mire a los ojos.

No quiero responderle, porque sé que si lo hago nada impedirá que llore.

Solo muevo la cabeza en signo de negación.

—No me mientas, tienes los ojos cristalizados — dice 

De verdad no quiero hablar, solo quiero bajarme del coche e irme a mi clase, sé que Christian no hizo nada con la intención de hacerme llorar, pero que puedo decir...yo soy así.

Tomo aire tres veces y agarro el valor para bajarme del auto.

—Brenda — dice Christian.

—Adiós y gracias — digo en un susurro que no se si escucha.

Estoy entrando a la escuela y veo que Christian ya se va, solo necesito ir al baño para calmarme.

—Brenda, no sabes lo que paso ayer con Max — me dice Natt eufórica.

—¿Qué sucedió? — dije sin rastro de emoción.

—¿Qué te pasa? — me pregunta ella.

—Christian me alzo la voz, pero no lo hizo intencional, ya sabes como soy de sensible y todo me afecta — le dije mientras respiro varias veces para no volver a llorar.

Natt solo asintió y me acompaño al baño en silencio, Natt es una de las pocas personas que me conoce muy bien, ella sabe que cuando estoy en plan sensible no me pueden decir nada así sea para animarme porque lo único que logran es hacerme llorar más.

Después de tranquilizarme un poco, vamos a clases y poco a poco me estoy olvidando lo que sucedió esta mañana con Christian.

La cabeza me duele a mil, alguien que me explique porque debo llevar anatomía, no me considero una santa ni nada, pero si me incomoda hablar explícitamente del sexo y las partes "sensibles" del cuerpo humano.

—Señorita Brenda, dígame por favor las partes de la anatomía sexual femenina — me dice la profesora

—En la anatomía externa tenemos a los labios vaginales, el clítoris, orificio uretral, abertura de la vagina, monte de venus y en las partes internas tenemos a la vagina, útero, cuello uterino, trompas de Falopio, franjas ováricas, ovarios, glándulas de bartolino, glándulas de skene, himen y el punto G — digo y siento que mi cara esta roja, porque me arde mis cachetes y mis orejas.

—Muy bien señorita Brenda, ahora explíqueme que es el punto G — dice la profesora con su cuaderno de anotaciones en la mano.

Esta profesora quiere que el día de hoy yo muera de vergüenza.

—El punto G o también llamado punto de Gräfenberg está ubicado en la parte delantera de la vagina. Está unas pulgadas hacia dentro de la vagina. El punto G se expande cuando te excitas. — termino de decir

—Perfecto Brenda, sacaste un 20 en intervención oral — me dice la profesora y todos mis compañeros se ríen

Malditos pervertidos, se ríen porque estuve hablando del punto G y la profesora hablo de examen "oral".

Las clases terminaron normales, no hubo más preguntas por parte de los profesores, ahora solo me queda esperar que Christian me venga a recoger.

Ya paso una hora desde que salí del colegio y Christian aun no llega.

Dos horas y él no viene.

Tres horas...ya comienza a ser frio

Cuatro horas...no he comido nada desde las 10 de la mañana y muero de hambre y de frio.

Cinco horas...él no va a venir.

Me pongo de pie y comienzo a caminar...

—Preciosa, ¿Qué haces por acá a estas horas? — me dice un tipo borracho.

No hago caso y sigo avanzando

—De aquí no te vas hasta hacerte mía — me dice aquel tipo agarrándome del brazo muy bruscamente, lo más seguro es que mañana tenga un hematoma en esa parte.

—Déjala en paz — dijo una voz conocida para mí.

—O si no que — dice el hombre más brabucón de lo que estaba.

Benjamín se abalanzo sobre el borracho y golpeo su cara y luego me agarro de la mano y me arrastro a su auto.

—Gracias — le dije

—¿Por qué estabas a estas horas por acá? — me pregunto

—Christian se olvidó de recogerme — dije cabizbaja.

—No te preocupes, yo ya estoy aquí — me dice agarrándome la cara para mirarlo a los ojos.




Una firma y un papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora