CHRISTIAN
Hoy es lunes, despertarme temprano ya es algo común para mí.
Veo a Brenda que se mueve con pereza por el cuarto.
—Buenos días dormilona — la saludo
—Que de buenos tienen — dice ella aun con los ojos cerrados.
—Anda báñate, para que luego comas algo y así poder llevarte a la estudiar y luego ireme yo también a estudiar — le digo con un tono que ni yo sé cómo es.
—Okey — contesta ella con una sonrisa que involuntariamente respondo igual.
Bajo a tomar desayuno y saludo a mi nana.
—Nana Cecilia, buenos días — la saludo mientras le doy un abrazo.
—Mi niño, se ve que hoy amaneciste de buen humor — me dice ella
—Se podría decir que si — respondo y me rio.
—¿Qué te preparo para desayunar? — me pregunta con la sonrisa más linda en su rostro.
—Un jugo de naranja, una taza de café y una tostada por favor nana.
—Ahora mismo mi niño.
—Nana, para Brenda le haces un jugo de naranja, un vaso de leche y unas donas de chocolate — le digo algo inseguro porque no se si le agrade eso.
—Si mi niño, yo lo preparo — me dice mi nana y se pone a preparar el desayuno para ambos.
Han pasado 10 minutos y veo a Brenda bajar con su mochila ya arreglada.
—Buenos días, Cecilia, ¿Qué hay de desayunar? muero de hambre — dice Brenda con cierto dramatismo en su voz.
—Buenos días, señora — contesta mi nana, a lo que Brenda la mira aterrada.
—¿Señora?, no, no y no, solo dime Brenda; me niego a ser señora con solo 18 años — dice ella haciéndose la ofendida
—Como usted guste — responde mi nana con amabilidad.
El desayuno trascurrió de lo más raro para mí, nunca me había reído tanto.
—Ya nos vemos nana — le dije dándole un beso en la cabeza.
—Adiós Cecilia — dice Brenda sonriente.
—Que tenga buen día seño...—estaba diciendo mi nana, pero se retractó — digo señorita Brenda.
Brenda sube de copiloto y yo también me subo en el carro.
—No me gusta que me digan señora — dice Brenda haciendo morros y hace que se vea adorable.
—Pero eso es lo que eres ahora, eres la señora de Anderson — le dije mirando sus carnosos labios.
Brenda se dio cuenta de donde estaba mi mirada y se sonrojo a mas no poder.
—Lo mejor será que no hablemos de este tema — dice ella mirando por la ventanilla de su lado.
—Como gusté señora Anderson — digo para fastidiarla.
***
Estoy en la universidad y todos mis compañeros me miran de una forma extraña y se porque es; no es una novedad para nadie que me haya casado.
—Hola Daimon, ¿sabes por qué me miran de ese modo? — pregunto, aunque ya se la respuesta.
—Hermano, te has casado, ¿Cómo quieres que te miren? — me dice Daimon.
Ya sabía de sobra que se enterarían y que a estas alturas todos lo sabrían, pero mirarme de esta forma es muy extraño.
—Pues si estoy casado, pero no amarrado — le digo sacándole una carcajada.
YOU ARE READING
Una firma y un papel
RomanceBrenda una chica de 16 años es obligada a casarse con Christian Anderson que es un total mujeriego. El amor despertará en ella, pero él hará todo lo posible para no romper el caparazón que está alrededor de su corazón