38. A pesar de Todo

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El ansiado fin de semana estaba aquí por fin y eran exactamente la una y media de la madrugada de ese sábado noche

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El ansiado fin de semana estaba aquí por fin y eran exactamente la una y media de la madrugada de ese sábado noche.

Me encontraba con Dereck en su reluciente Audi grisáceo junto al olor a melón de su nuevo ambientador de coche, disfrutando del trayecto mientras escuchábamos el repertorio de canciones de Green Day que él había recopilado. Resultaba ser uno de los grupos que más le gustaba y que yo también había comenzado a amar gracias a él.

Dereck no despegaba los ojos de la carretera ni la mano del volante, pero eso no impidió que pudiera menear la cabeza al ritmo de la melodía y depositar toda su pasión mientras cantaba "Jesus of Suburbia", su canción favorita de ese grupo.

And there's nothing wrong with me... —cantaba, haciéndome sonreír. Me gustaba mucho verle así, completamente desinhibido y entonando cada sílaba dejando al descubierto la preciosa voz que tenía y que pocas veces había escuchado—. This is how I'm supposed to be...

In a land of make believe... that don't believe me —le seguí yo también y él no pudo esconder su blanca sonrisa.

Estábamos de camino al negocio de Frank y una de las pocas cosas buenas que había en salir a esas horas tan tardes de la noche era que no habíamos tenido que dar explicaciones a Thomas ni a Sean sobre a dónde íbamos juntos, ya que se encontraban durmiendo.

Aparcamos frente a la discoteca, de la que ya podíamos identificar cómo emanaba la estridente sonoridad y de la que salía una larga cola de personas esperando impacientes a entrar. Esa noche me había preparado bastante, con un vestido ajustado negro de lo más cómodo y que según Dereck me hacía estar «tremendamente sexi». Esas habían sido sus palabras textuales.

—En serio, no logro quitarte los ojos de encima —me dijo mordiéndose el labio inferior cuando me apeé del coche. Me sonrojé de inmediato y más todavía cuando sus ojos volvieron a repasar mi silueta como si fuera un león que admiraba a su presa.

—Lo mismo digo de ti, Hughes. Hoy estás... especialmente malote —respondí, agarrándole de la camiseta para plantarle un fogoso beso en la boca.

—Uf, me encanta cuando haces eso —masculló.

—¿El qué?

—Cuando me muerdes un poco el labio —dijo, volviendo a probar los míos.

Es que estaba para comérselo, literalmente. Y no sabía lo loca que me volvía ese pelo revuelto medio engominado y esas sensuales pecas. Iba conjuntado conmigo al llevar esa camisa negra que tanto enfatizaba sus ojos. Se había desabrochado los primeros botones para aportar un estilo más desenfadado y las mangas remangadas para dejar al descubierto ese tatuaje de ave fénix que presentaba en el antebrazo. Estaba vestido cual chico malo, con tal de aparentar serlo en el local de Frank. 

—¿Estás segura de esto? —me dijo conforme nos íbamos acercando a la cola para entrar. Al instante identifiqué a Bryce en la puerta haciendo de portero y no pude evitar crisparme—. Aún estás a tiempo de volver al apartamento.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora