11. Trato Hecho

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«Odiosos lunes y odiosas clases» Eso fue lo primero que pensé al abrir los ojos aquella mañana

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«Odiosos lunes y odiosas clases» Eso fue lo primero que pensé al abrir los ojos aquella mañana. Muy optimista por mi parte, ¿verdad? Pero ¿qué iba a pensar? Tal y como se estaban desencadenando todos mis males, nada parecía ir a mejor.

Quitando todo lo sucedido con Dereck el sábado, una parte de mí no dejaba de pensar en Ralph, en Candace y ahora se sumaba también Abby. Necesitaba respuestas, una disculpa o, por lo menos, una explicación.

Ojalá hubiera un interruptor que hiciera desaparecer cada una de las emociones que me hacían sufrir. Pero no, el único interruptor parecía ser el tiempo. Y los sentimientos no se habían desvanecido todavía, sino que muy a mi pesar seguían ahí, en lo más recóndito de mí.

Me encontraba junto a Trevor andando por el pasillo, quien parecía ser ahora mi único amigo. Y eso que hasta el fin de semana pasado no sabía de su existencia. Acabábamos salir de una aburridísima clase sobre fundamentos teóricos de la psicología social que había conseguido darme dolor de cabeza.

—¿Dónde os metisteis el sábado? Al final no pude presentarte a ninguno de mis amigos —dijo entonces.

—El sábado... —carraspeé—. No me hables del sábado, por favor.

—¿Por qué? —Se rio—. ¿Qué pasó?

Le conté, por tanto, todo el lío que hubo de la redada con la policía y de que tuvimos que salir corriendo de ahí, omitiendo claramente los detalles de las drogas de Dereck y todo lo que concernían el local del que era socio.

—Bueno, si te sirve de consuelo... tampoco te perdiste mucho. Lo único bueno que tenía el grupo de mis amigos era la hoguera, pero nos obligaron a apagarla —dijo junto a una fruncida mueca de desaprobación—. Nosotros, al contrario, no nos dio tiempo a correr. Pero por suerte no nos pusieron ninguna multa, no estaban buscando alcohol sino drogas...

—Ya, dímelo a mí —susurré.

A los tres minutos de hablar sobre temas banales, Trevor se despidió de mí puesto que le tocaba una clase diferente a la mía. Pero no pasaron ni cinco segundos desde que se fue, cuando apareció alguien que tiró de mi mano para que comenzara a andar. Al instante reconocí ese pájaro tatuado en la zona del antebrazo y su cabellera castaña oscura, no sabía ni por qué seguía sorprendiéndome de su falta de modales. 

Seguidamente me impulsó para meternos en una habitación en cuya puerta ponía claramente: "Solo para personal autorizado".  Resultaba ser el cuarto de limpieza del conserje y, una vez dentro, Dereck cerró la puerta haciendo que en la estancia apenas hubiera luz.

—¿Qué se supone que haces...? —inquirí atónita, cuando sus verdosos ojos se posaron en mí. Quise dirigirme a la puerta para abrirla, pero él me frenó con su fuerte brazo. Era tan pequeño el sitio que apenas tenía movilidad y todo el cuerpo de Dereck me impedía el paso hacia la salida—. ¿Es necesario esto?

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora