29. Suerte de Tenerte

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A nadie, en su sano juicio, se le ocurriría algo como aquello sino que solo podía venir de la mente del propio Dereck Hughes

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A nadie, en su sano juicio, se le ocurriría algo como aquello sino que solo podía venir de la mente del propio Dereck Hughes. Sin dejarme mucho más tiempo para razonar sobre ello, repentinamente se decidió a traspasar la barandilla; saltándola con esa característica agilidad en sus movimientos.

Sus pies se posaron con total normalidad en la pequeña extensión de suelo que había al otro lado de la valla y sus manos estaban agarradas a ella para no perder el equilibrio.

—Dios, Dereck... ¡te vas a caer, vuelve al otro lado! —Alcé la voz sin quererlo. Me daba bastante impresión verle al borde del abismo. Con un simple paso en falso, caería de bruces al mar—. ¡Es una completa locura!

—¿Y qué sería de la vida sin locuras, Nat? —pronunció, sacándome de quicio. Esa chulería que mostraba entremezclada de templanza conseguía sorprenderme y a la vez sulfurarme.

—Ahora te toca. —Sonrió, tendiéndome la mano—. ¿O prefieres quedarte aquí?

Rodé lo ojos, no podía creer que aquello estuviera sucediendo. Pero a pesar de todo, la curiosidad había aparecido en mi interior, removiéndose con furor. Ese lado temerario de mí quería salir, quería arriesgarse y experimentar por una vez aquella disparatada idea. Romper las reglas. 

—No prefiero quedarme aquí. Pero tampoco creo que... pueda...

Tenía enorme contradicción mental. Sin embargo, la voz de Susan atrajo mi completa atención y al momento sentí cómo mi ritmo se aceleraba al identificar sus palabras:

—Eh, Tom... Hay una chica ahí que se parece un montón a tu hermana, o eso parece por detrás...

—¿En serio? —dijo mi hermano—. ¿Quién?

—La que está detrás de ti —bajó la voz.

—Vale. Hay que saltar —dije tajante. Me obligué a mantener la sangre fría y apenas pude escuchar la contestación de mi hermano cuando con rapidez tomé la mano de Dereck para saltar la barandilla.

Lo hice con sumo cuidado e intentando no pensar en la altura que tenía ante mí, pero a pesar de ello el mareo se apoderó de mu cuerpo al ver la caída bajo mis pies y la inmensidad del mar esperándome.

—A la de tres —dijo, entrelazando sus dedos con los míos. Tenía el vientre hecho un angustioso nudo y el viento que hacía no ayudaba a que mis nervios amenizaran sino que enfatizaba esa sensación de malestar. Dereck, en cambio, parecía cada vez más ansioso—. Una... dos y ¡TRES!

Sin pensarlo dos veces ambos nos impulsamos al vacío.

Sentí cómo mi estómago subía hasta mi garganta, haciéndome gritar, aletear en el aire. Notaba la velocidad bajo mis pies, cómo mi peso era atraído forzosamente por la gravedad. Cerré los ojos con frenesí, mientras oía cómo Dereck, en cambio, lanzaba un desgarrador grito de libertad al cielo que se extendió por toda la playa.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Where stories live. Discover now