43. Todo de Él

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Dereck se quedó con los ojos fijos en la puerta por la que acababa de entrar su hermano, junto a una rebosante impotencia que se notaba por cómo apretaba sus puños

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Dereck se quedó con los ojos fijos en la puerta por la que acababa de entrar su hermano, junto a una rebosante impotencia que se notaba por cómo apretaba sus puños. Me apresuré en llegar a su encuentro, pero cuando nuestros ojos por fin se toparon, me contuve para no darle un abrazo. No sabía si seguía enfadado conmigo.

—¿Qué haces aquí? —pronunció antes de que pudiera vocalizar palabra—. Te dije que no te acercaras sola a un lugar como este... que puede ser peligroso.

—Lo sé, pero necesitaba verte y arreglar mi error. Sean me contó que te fuiste de la fiesta enfadado y que los echaste a todos de allí. Yo me sentía fatal por todo lo que había pasado, estaba preocupada por ti, así que...

—Se ha colado en el local, tío. Y he tenido que dejar que pasara a esta zona para que no se la llevaran los de seguridad —me interrumpió Marlon, de quien me había olvidado por un instante, y su severa mirada ya estaba en la mía—: Que, por cierto, no te acostumbres nenita. No te dejaré paso la próxima vez.

Resoplé y rodé los ojos como respuesta, pero decidí no contestarle. En ese instante lo único que me importaba era el dueño de esos ojos verdes y sus sentimientos.

—¿Se puede saber qué ha pasado con Adam ahora? —cuestionó Marlon con las cejas arqueadas.

—Pues lo de siempre, joder. —Gesticuló Dereck—. Y todo, ¿por qué? Porque esta puta vida y todas las mierdas de este sitio cambian a cualquiera. Adam ya no es el que era desde que empezó a trabajar para tu padre.

—¿Qué? Venga ya, Dereck. Sabes que mi padre no tiene nada que ver con todo esto. Es tu puto hermano quien decide joderte para conseguir lo que quiere —defendió Marlon—. Sé que duele pero es la verdad y en el fondo lo sabes.

Dereck se quedó callado con los labios fruncidos de rabia y, sin llegar a decir nada, finalmente optó por apartar a Marlon de su camino y dirigirse a la barra de bar más cercana. Yo no dudé en seguirle y Marlon, por su parte, decidió no insistir más y acabó perdiéndose de nuestra vista.

Esa zona no estaba demasiado abarrotada de gente, por lo que el camarero se acercó al instante para tomar nota de lo que quería:

—Ponme... un chupito de lo que sea —dijo, sacando un billete de su cartera y poniéndolo en la barra—. De lo más fuerte que tengas, anda.

—Una mala noche, ¿eh? —dijo el hombre y seguidamente comenzó a servírselo.

—Y que lo digas.

Cuando puso el pequeño vasito frente a él, instantáneamente Dereck fue a llevárselo a la boca, pero yo le frené antes de que se lo tomara poniendo la mano entre medias.

—Dereck... lo siento —pude pronunciar. Le obligué a mirarme, tomando su mentón entre mis dedos—. Siento haber discutido, siento que tu hermano sea un capullo... todo. Sé que me he equivocado... que he sido una estúpida por haber dudado de ti y sé que te he decepcionado. Y no sabes lo que me arrepiento de ello.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora