3. Resquicios

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Los oídos me pitaban y parecía que el dolor de cabeza no se iba a acabar nunca, aún tenía una de las horrorosas canciones de Dereck martilleándome la mente con su pegadizo ritmo

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Los oídos me pitaban y parecía que el dolor de cabeza no se iba a acabar nunca, aún tenía una de las horrorosas canciones de Dereck martilleándome la mente con su pegadizo ritmo. Me quería morir.

Apoyé la frente en mi taquilla y cerré los ojos. De alguna manera el frescor del metal me aliviaba, pero no conseguía olvidarme de la música ni transportarme a donde más quería estar en esos instantes; entre mis suaves sábanas sobre mi esponjoso colchón.

—¿Se puede saber qué es lo que te pasa, Nat? —Una repentina voz y un ligero golpe en la taquilla de mi lado me sobresaltaron de pronto.

Me incorporé con rapidez, como si aquella frase me hubiera despejado la mente, y me encontré con los ojos marrones de Sam que me miraban con preocupación. También atisbé cierto enfado en ellos. Se trataba de una de mis amigas del antiguo piso, la única a la que no pude ver antes de mudarme. 

—Sam... gracias por espabilarme —bromeé.

—Nos has dejado, Nat. ¡Nos has dejado! —exclamó gesticulando—. ¿De un día para otro y sin avisar decides mudarte? Siempre pensé que no estabas muy bien de la cabeza, pero ahora sé que estás loca. Jodidamente lo-ca.

No pude evitar reírme un poco ante aquella exageración. 

—Pues sí, yo también lo creo. Estoy loca. Creo que, después de todo, mudarme a un piso en el que hay un demente al que le gusta poner música hasta altas horas de la madrugada es un suicidio en toda regla —me quejé frotando mis sienes.

Posé mi espalda en la taquilla y me deslicé hacia abajo hasta quedar sentada en el suelo. En aquellos instantes sentía que podía quedarme dormida en cualquier lugar.

Sam se me quedó mirando con los brazos cruzados.

—¿Pensabas decirme algo o qué? —me preguntó entonces sentándose a mi lado—. ¿Mandarme, aunque sea, un mensaje como: "Eh, Sammy, me he mudado. Tranquila que te lo explicaré todo"?

—Lo siento... Ayer todo fue muy precipitado. Es que ayer todo fue muy precipitado, créeme que no lo tenía previsto. ¿Abby no te ha puesto al corriente?

Ella negó con la cabeza y yo suspiré rodando los ojos. El tema de Candace me había afectado más de lo que quería aparentar y tener que explicar una y otra vez mi dolor, no es que fuera de mi agrado. Ni siquiera quería pensar en ello.

—No me ha dicho mucho. Me dijo que prefería que me lo dijeras todo tú... porque es un tema un tanto complicado para ti —explicó—. Pero, a ver que me aclare: Si hay un demente en tu nuevo piso... ¿qué haces ahí? ¿por qué no vuelves con nosotras?

Yo reí de nuevo. Parecía que le acababa de encontrar el perfecto mote a mi compañero de piso: "Dereck, el demente".

—Porque, es increíble que diga esto, pero... creo que prefiero convivir con el demente que con Candace. Por lo menos al demente se le ve venir y a Candace no. Ella te apuñala por la espalda.

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Where stories live. Discover now