45. Posibles Soluciones

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—Tengo que irme

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—Tengo que irme.

Tras rechazar una llamada de su móvil, Dereck se levantó de la silla con cierto nerviosismo, mientras yo trataba de tragar lo más rápido posible la lasaña para poder hablar. Opté por interrogarle con la mirada, pero él no dio mayor explicación y acabó traspasando el marco de la puerta de la cocina.

—¿Cómo que tienes que irte? —pude vocalizar por fin, alzando un poco la voz para que me oyera—. No hablarás en serio.

Me levanté yo también y fui tras él. Lo encontré a medio camino y observé que traía entre manos su habitual mochila negra, en la que seguramente tendría guardado todo lo que había traído anoche. Todo esto parecía ir completamente en serio.

—Sí. Siento irme así de pronto, nena... —Se pasó una mano por el pelo y, dejando su mochila sobre una cómoda, la abrió y comenzó a revisar lo que había guardado en su interior—. Pero es que tengo unos asuntos que arreglar de los que me había olvidado. Pero tú quédate aquí y termina de comer con tranquilidad.

Sus movimientos eran de lo más apresurados y su fruncimiento de cejas dejaba entender su inquietud. Tal era su prisa que conseguía contagiármela. Hacía dos minutos estábamos comiendo y disfrutando de la lasaña que había preparado y, ahora... ¿se iba?

—¿Unos asuntos? ¿Qué tipo de asuntos? —inquirí con miles de preguntas más en mi interior—. ¿Y qué hay de la comida? ¿Qué es eso tan importante para que tengas que irte sin acabar de comer?

—Mi camisa... —susurró para sí, ignorando todas mis preguntas y viendo que eso era lo que le faltaba por guardar en su mochila.

Sus aceitunados ojos aterrizaron entonces sobre mí. Especialmente sobre mi cuerpo, probablemente reparando en que yo era quien la llevaba puesta.

—No pienso darte la camisa si eso va a hacer que te vayas. Si tanto la quieres, tendrás que quitármela —dije cruzándome de brazos, intentando que mi provocación surtiera algún efecto.

Mostró media sonrisa.

—Puedes quedártela, ya me la devolverás.

Cerró la mochila, se la colgó al hombro y seguidamente se acercó a mí para darme un tierno pero muy rápido beso en la frente que me dejó en ascuas. Seguía sin respuestas y no me gustaba nada la idea de que tuviera que irse como si no tuviese otra opción o no pudiesen esperar esos asuntos.

 Se dio media vuelta y se encaminó hacia la puerta.

—¿Y ya está? —Jadeé—. ¿Te vas sin más? ¿No piensas siquiera darme alguna explicación...? ¿O responder a mis preguntas?

Se detuvo y entonces sus ojos volvieron a los míos, dedicándome una mueca de rendición y arrepentimiento.

—Nena, ¿qué quieres que te diga? Soy consciente de que acabo de joder nuestro plan de comer juntos... pero de verdad tengo que irme. Tengo prisa —pronunció, acariciando con suavidad mi mejilla. Tomó entre sus dedos mi mentón para que le dirigiera la mirada y sonrió levemente—. Te lo compensaré, ¿vale?

Desde que Llegaste. © #1 [COMPLETA]Where stories live. Discover now