veintiuno

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—¿Qué te pasó en la cara? —Se burló la mina la cual todavía no cachaba cómo se llamaba, llevándose las manos a sus caderas con una sonrisita.

El Damián se encogió de hombros.

—¿Qué necesitai?

—Tu curso te está buscando, pa que ensayís el guión, Romeo.

A mi lado, salió un fuerte suspiro lleno de irritación por parte del Damián. Me quedó mirando con culpa y le dijo a niña que me miraba mal que ya iba, así que ella sin decir más nos dejó solos.

—¿Quién mierda me escogió pa hacer esa hueá por la chucha? —Se quejó llevándose las manos al pelo y tironeando d él, haciendo que se le desordenara mucho más.

Solté una risa.

—Yo te habría dado el papel de conejito—Susurré mientras tironeaba de su mejilla y éste fingía quejarse—, te queda mucho mejor.

—Buuu... Si los ahueonaos del curso te hubiesen escogido como Julieta, habría sido perfecto—Comentó bajito, tomando un mechón de mi pelo como ya se le estaba haciendo costumbre. Entreabrí mis labios y después me quedé mirándolo sin decir nada, sus ojos estaban clavados en los míos.

Mi corazón volvió a palpitar desenfrenado y sentí la vergüenza recorrerme entera.

—¡Ya! —Lo empujé levemente, descolocándolo—, ¡Deja de mirarme así y anda a lavarte la cara! —Le ordené mientras me levantaba de la banca.

—¿Así tratai al mino que te gusta? —Preguntó amurrao y mirando con recelo hacia otro lado.

—¿Y a ti quién te dijo que me gustabai? —Le contesté haciendome la lesa por la confesión que le había hecho hace unos minutos, sacándole la lengua.

No esperé su respuesta y simplemente me dispuse a bajar de la galería rápidamente y con cuidado de no sacarme la mierda. Mi corazón aún no se controlaba y mucho menos el revoltijo que tenía en mi guata.

Pero la verdad yo también pensaba como él... Habría sido perfecto si a los dos nos hubiese tocado ser Romeo y Julieta.

Me alejé rápidamente de la galería para esconderme en otro lugar e ir merodeando por los pasillos sin rumbo. Últimamente mis sentimientos se estaban intensificando aún más cuando se trataba del Damián, y estaba más que claro que ya me había enganchado.

Hace rato en verdad.

Y también las ilusiones se hacían más fuertes.

—¡Varela! —Un grito a mis espaldas me sobresaltó y voltee al instante al escuchar mi apellido por los pasillos pensando que sería la inspectora; ya me estaba psicoseando sola por culpa de esa señora... Aunque gracias al de arriba solo era la profe de Artes que me sonreía con dulzura y con un sinfín de trabajos en las manos mientras caminaba a paso rápido hacia mí.

—Hola profe. ¿Pasó algo?

—¿Te puedo pedir algo? —Preguntó un poco cansada. Asentí—, ¿puedes ayudarme a llevar estos trabajos a la sala de profes?

—Obvio—Dije automáticamente mientras tomaba la mitad de los trabajos que llevaba. Parecían ser dibujos de básica, así que me entretuve viéndolos de reojo cuando íbamos caminando hacia la sala de profesores.

—Te queda bien ese color de ojos—Me elogió la profe Daniela. Era un amor. Volví a sentir mis mejillas sonrosadas y le sonreí—¿Son de contacto?

Negué automáticamente.

—Hmm... no, son mi color natural. Los verdes eran de contacto.

—Los dos te quedan muy bien.

CondicionesWhere stories live. Discover now