cuarenta y nueve

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—¿Un perrito?—Chilló la Anto con la boca llena, masticando el gran mordisco que le había dado a su hamburguesa vegetariana—¿Y cómo le pusieron?—Se pasó la servilleta por los labios.

—¡Cremino!—Una carcajada nasal se me salió y luego rebusqué en mi totebag mi celular, para posteriormente desbloquearlo y buscar en mi galería una de las tantas fotos que le habíamos sacado con el Damián—¡Y mira! Tiene una manchita en su nariz—Indiqué con ternura mientras le mostraba la pantalla una foto del Cremino abrazado al Dami. Tan lindos los dos.

Ya habían pasado tres días desde la llegada del Cremino a nuestras vidas. Era tan cute que no podía resistirme ir todos los días a la casa de mi pololo a verlo. Siempre se ponía contento de verme y jugábamos todas las tardes en el parque, se llevaba bien con el Samy y correteaban por el pasto alegres de la compañía del otro. También, gracias a su llegada, conocimos a dos amigos más, el Alex y la Martina, quiénes se habían robado mi corazón, y hasta teníamos un grupo en WhatsApp los cuatro, aunque el Alex pasaba llorando porque el Cremino no lo escogió como su dueño oficial.

—Cosita—Le brillaron los ojitos y deslizó la pantalla para ver las demás—¿Cremino por el helado?—Se rio.

Le di un sorbo a mi bebida—Sí, es el helado favorito del Damián—Le conté.

—Lo relacionaba con su helado favorito—Puso voz melosa y luego se llevó las manos a la boca queriendo reprimir su sonrisa—, tan tierno que es ese hueón.

—Lo es—Afirmé risueña.

—Quién diría que detrás de esas fachas de mino pesao, existiría un corazón tan grande—Comentó jugando con sus papas.

Recordé el rostro del Damián y mi corazón revoloteó con calidez.

—Estaré eternamente agradecida con él—No pude evitar curvar mi boca.

—Y conmigo—Dio enfásis —, fui clave con mis consejos, no lo olvides. Siempre te dije que ese wachito rico estaba flechado por ti.

Ambas nos reímos.

—Obviamente contigo también, hermosa—Tomé su mano y la acaricié—. Erís un cielo Antito, y marcaste mucho mi año y también mi vida. Sin ti no sé qué habría hecho—Me sinceré con mis ojos puestos en los de ella. Los suyos lagrimearon e hizo un puchero apenas me oyó terminar.

—Créeme, sin mí lo habrías logrado también—Aseguró con afecto, haciendo un sonido con su nariz ante la emoción—, si erís una guerrera, Nise —Estrechó con aún más fuerza mi mano. La admiré feliz y agradecida por sus lindas palabras—. Y te admiro mucho por eso, porque has llegado lejos, y saber que recorrimos tanto juntas me hace amarte mucho más. Me siento como una mami, orgullosa de mi guagua.

Negué con la cabeza aún riéndome—Aún no puedo creerme todo lo que ha pasado.

—Hasta son una familia ahora—Bromeó.

—Aunque tuvimos que pelearla—Hablé comiéndome una papita. Abrió sus ojos más de lo normal, expectante—, fue una ardua disputa por la adopción de nuestro Cremino —Exageré recordando aquella noche.

—¿Cómo así?—Se interesó.

—Cuando encontramos al Cremino en la caja en medio de la lluvia, una pareja de nuestra misma edad se nos acercó preocupados, nos ayudaron a llevarlo a la veterinaria y luego se quedaron con nosotros. El Alex también estaba interesado en adoptarlo, y hasta pensaron en decidirse jugando al cachipún —Rodé los ojos por inercia—Hombres—Comenté con risas—. Pero al final me negué, y propuse que el propio Cremino decidiera.

—¿Alex?—Frunció sus cejas, luego me observó boba—, suena a nombre de mijito rico.

—Tiene los ojos azules—Le adelanté. Me miró pícara, pero alcé mi dedo índice—, ni se te ocurra, está enamoradísimo de la Martina—Advertí.

CondicionesWhere stories live. Discover now