dieciocho

2.3K 182 115
                                    

2/2

Denise


—¡Mamáaaa! —Grité desesperada, estaba agachada buscando bajo mi cama mis lentes de contacto pero no los encontraba por ninguna parte. Normalmente era súper ordenada con mis cosas y era casi imposible que no los pillara. Hice un puchero y miré la hora en mi celu. ¡Eran las 7:35! Ni cagando alcanzaba a llegar antes de las ocho.

¿Por qué mi destino era llegar tarde siempre?

Mi mamá se asomó por la puerta de mi pieza con una mueca de disgusto.

—Apúrate, Denise ¿Querís? Cada día te demorai más en hacerte rulos y emperifollarte —Habló pesá, pero cuando cachó que estaba desesperada en el suelo decidió tener más tacto—. ¿Qué te pasó?

—Mis lentes—Lloriquee, levantándome del suelo y acercándome a ella—¿Los hay visto? Tú sabís que no puedo ir al colegio, ni a ninguna parte sin ellos.

—¿Y por qué no? —Se cruzó de brazos, severa. Ay no, se había levantado de malas—. Si tenís ahí tus lentes, así que toma tu mochila, anda hacer lo que tengai que hacer y ándate pal colegio. Mira que el Félix hace rato ya que se fue. —Apuntó hacia mis lentes normales negros que estaban sobre mi velador, insistiéndome para que me pusiera esos.

Rodé los ojos. Nunca había ido al colegio con ellos, yo cacho que nadie sabía que mi color de ojos real era café.

A excepción del Damián, que ya me había visto sin los lentes de contacto.

Al pensar en él mis mejillas automáticamente se pusieron rojas, lo que provocó que mi mamá me mirara raro, pero simplemente no dije nada y tomé los lentes del velador con inseguridad, la verdad no estaba segura si quería ir con ellos, pero tampoco quería llegar tarde y faltar no era opción porque tenía prueba.

¡Por la cresta!

Apreté mi mandíbula y ante la intensa e insistente mirada de mi mamá, suspiré resignada.

—Ya oh, si ya me voy—Le dije poniéndome los lentes y dándome una rápida mirada en el espejo, estaría casi todo el día persiguiéndome, y sinceramente no me sentía segura para dar ese paso, pero trataba de alentarme recordando los comentarios que siempre me repetían tanto el Bruno como el Damián.

Además, si quería descubrir quién era realmente, tenía que poco a poco dejar de aparentar alguien que no era.

Tomé mi mochila que estaba sobre mi cama y le di un rápido beso en la mejilla a mi mamá, quién me sonrió diciéndome que me cuidara.

Bajé las escaleras rápidamente, crucé el comedor y salí de mi casa.

Ni tiempo tuve de ponerme los audífonos ni ninguna hueá, me había demorado ene y tenía que alcanzar la micro, porque ni cagando me quedaba esperando diez minutos a que la siguiente pasara en el paradero.

Acomodé mi flequillo ya que el viento culiao me estaba desordenando todo el pelo, y apuré el paso.

Ya me estaba empezando a imaginar lo que me diría la inspectora Rosa.

Cerré mis ojos de solo pensarlo. Ayer también llegué atrasá.

Y vieja estaba pero ni cagando se le había olvidado.

Cuando llegué al paradero había un poco de gente esperando también, así que me alivié porque a la mayoría de ellos los veía casi todos los días para esperar la misma micro que yo.

CondicionesWhere stories live. Discover now