cincuenta

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Advertencia: capítulo con contenido +16/18



Desabotonó mi pijama, observándome con aquella intensidad que tanto me hacía perder la razón. Respiraba apenas de lo concentrada que estaba en sus dedos largos y delgados sobre los botones, deshaciéndose de ellos sin mayor dificultad. Se quedó viendo mi sostén de encaje negro y no pudo disimular su armoniosa risa.

—Son negros—Observó con una dosis de lujuria mezclada de diversión.

—Tú..., dijiste que te gustaba.

Se lamió los labios.

—En ti todos los colores se vuelven mis favoritos—Me quedé sin aliento—, te deseo, castañita. Hoy y siempre—Intensificó su mirada, rozando la yema de sus dedos sobre la curva de mi cintura.

Me estremecí, soltando un suspiro.

—Y yo a ti Damián—Lo besé lento—Te deseo eternamente—Hablé contra sus labios, hipnotizada ante nuestras respiraciones entrecortadas. Volví a unir nuestros labios en un beso tierno, lento y de pequeños roces, cuando el Damián escabulló su mano en mi escote, produjo que un jadeo sonoro saliera de mis labios, aprovechando aquella acción a su favor, para introducir su lengua en contacto con la mía.

Conduje mis manos a su cortaviento, bajando la cremallera sin medir la desesperación de mi tacto, sacándoselo para luego introducir mis dedos bajo su polera, dando por fin con su abdomen, tan cálido que se estremeció ante mi frío roce. Sonreí aún atrapada entre su boca, y acaricié su torso con cuidado, con el corazón bombeándome sin medir su fuerza.

Me sacó los jeans, para luego acariciar mis piernas, lo que provocó que mi sistema nervioso se revolucionara, burbujeándome la misma lava por dentro.

Mi mano traviesa bajó, perdiéndose bajo su buzo. Soltó un pequeño gruñido contra mi boca cuando di con su bulto, jugando con él.

Tomó mis muñecas con una de sus grandes manos deslizándolas por sobre mí, dejándolas hacia arriba, prisioneras.
Mis labios seguían presionando los suyos. Literal me sentía tocando el cielo, sumergida por completo en nuestro amor. Y es que era jodidamente mágico recibir sus caricias, que llegaban a mí junto a pequeñas corrientes de electricidad, como si fuera una batería.
Me removí bajo él con las mejillas carmesí y la mente nublada, lo suficientemente fundida, disfrutando del dulce de sus labios.

Bajó su mano derecha hacia mi espalda baja, para luego aferrarse a mi trasero, se me escapó un gemido, y tomó mis labios entre sus dientes, alejándose poco a poco de mí. Abrí mis ojos lentamente, encontrándome con sus brillosas esmeraldas ardiendo.

Las mariposas de mi estómago revolotearon y mi respiración se exaltó ante nuestros cuerpos unidos. Rozó su nariz con la mía, causando que ambos volviéramos a cerrar los ojos momentáneamente. Amaba la delicadeza con la que me trataba, sus manos tomar mi cuerpo, sus besos arroparme y causarme cosquilleos en lugares desconocidos. Todo con él era de otro mundo, nuestro mundo.

Me recorrió el cuello con los labios y se detuvo sobre mi hombro derecho, besándome la zona con cuidado. Tomé su nuca y me embargué en él, queriendo que cada partícula de nosotros se intensificara junto al otro.

Su mano bajo por mi estómago, rozándome apenas con la yema de sus dedos. Me quedé sin aliento, expectante y cuando se detuvo sobre los tirantes de mi calzón, la respiración se me aceleró.

Sus ojos se oscurecieron y el pecho se me hinchó al notar sus intenciones.

—Tengo muchas ideas de cómo podemos jugar hoy.

—Sorpréndeme—Lo incité con los ojos clavados en su boca.

Sonrió de lado y entornó los ojos ligeramente para recorrerme completa.

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2023 ⏰

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