cuarenta y ocho

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Damián



—Estará bien—Susurró la Denise a mi lado, arropándome, moviendo su pierna de arriba abajo con notoria ansiedad—. Es un perrito muy fuerte—Agregó con una media sonrisa que logró calmarme. Palmeó mi espalda con suavidad. Asentí en su dirección.

Nos encontrábamos en la sala de espera de la veterinaria. Observé la pared blanca, en busca del redondo reloj que indicaba que ya eran las nueve de la noche. Suspiré, pasándome las manos por la cara, ya había pasado más de una hora y aún no sabíamos nada del cachorro. Estaba nervioso, y deseoso de saber cómo estaba.

—Toma.

Un vaso con café apareció en mi campo de visión, dejándome ensimismado. Alcé los ojos y chocaron con unos azules, del mismo cabro de denantes, al final ellos también habían decidido quedarse junto a nosotros, a la espera de las próximas noticias.

—Gracias...—Lo miré con duda, no sabía aún su nombre.

—Alex—Completó amable. Posteriormente le tendió un café a la Denise, quién se lo recibió agradecida.

La rucia que venía con él nos miró.

—Y yo Martina—Se presentó a su lado. Asentí.

—Mucho gusto—Le sonrió la Denise—Yo me llamo Denise, y él es mi pololo, Damián.—Nos presentó con una sonrisa. Abracé mi parka y recordé los ojos tristes del pequeño. Su forma de moverme la cola, sentirse agradecido, observarme con la ilusión de encontrar amor. Cresta, sólo esperaba haber llegado a tiempo, y que no tuviera nada grave. La situación me había afectado lo suficiente, y me sentía con el alma tendiéndome de un fino hilo.

El Alex me dio un apretón amistoso en el hombro y le agradecí con la mirada.

—Está en buenas manos—Dijo seguro.

—Sólo espero que no tenga nada grave—Me sinceré bebiendo de mi café.

—¡Oh! Ahí viene el veterinario—Indicó la Martina apuntando hacia la puerta que daba a las emergencias.

Me levanté altoque, y todos volteamos ante su indicación, encontrándonos con el doctor, quién vestía de verde y se sacaba los guantes lentamente, para luego bajarse la mascarilla.

—Está estable, pasó frío y sufrió una fractura en su pata derecha debido a un golpe que debió propinarle alguien. No ha comido en varios días tampoco, ni se ha hidratado, pero ya nos encargamos de eso—Nos comentó sin vacilar. Me quedé helado, ¿quién mierda seria capaz de hacer tanto daño? Apreté la mandíbula de sólo pensar en aquello. 

—¿Pero está bien?—Me preocupé con la respiración agitada.

Sonrió gentil—Sí, afortunadamente—Asentimos ante sus palabras. Había logrado tranquilizarme con aquella noticia, permitiéndome recuperar mi respiración habitual—¿Quién es el dueño?

—Yo—Hablamos a la misma vez con el Alex, quedándonos extrañados ante el otro. Fruncí las cejas al instante.

La Martina y la Denise hicieron muecas nerviosas ante la tensión que se generó.

—Lo adoptaré yo—Me adelanté demandante.

—Yo también había pensado en adoptarlo—Contestó frotándose el pelo negro.

Entrecerré mis ojos.

—Nosotros lo encontramos primero—Dije a mi favor.

El doctor se aclaró la garganta, llamando nuestra atención nuevamente—Mientras se deciden lo iré a ver, espero que cuando vuelva hayan tomado una decisión. Con permiso—Se retiró dejándonos solos en nuestra disputa.

CondicionesWhere stories live. Discover now