Capítulo 6

1.8K 170 10
                                    



Keshia Miller

Escapar de mi propia casa como si estuviera haciendo algo malo no es mi pasatiempo favorito. Sin embargo, no me queda otra opción si es que acaso quiero viajar con el magnate de Jesús.

No íbamos a negar que era un gran empleo.

Ni siquiera estaba segura de lo que iba a hacer pero bueno... Me limitaré a seguir sus órdenes.

Su departamento quedaba bastante lejos, estaba en la zona rica de la ciudad. Y a mi no me quedaba otra opción más que ir caminando, no tenía coche ni tampoco dinero para tomar un taxi.

Es ahí donde la vida es injusta...

Por suerte, Amparo me llamó e hizo que el camino fuera más ameno. De su boca solo salían elogios para el magnate, todo cuanto hacía, vestía o decía estaba bien.

En mi humilde opinión, yo creo que Amparo tiene un crush con Zabdiel de Jesús.

No la culpaba. El hombre estaba como quería y no solo eso, era alguien trabajador, exitoso y buena persona. Creo que no se podía pedir más.

—No sabes la suerte que tienes de pasar las vacaciones con él, Keshia.— dice exagerando un suspiro—. Ya me gustaría a mi.

—Pero si tu pasas todo el año trabajando para él...

—Si, pero no tengo la oportunidad de verlo semidesnudo todos los días.

—¿Y que te hace pensar que yo si lo veré?

—Porque hace calor y hay playas, es obvio.

Y yo sin saber a qué sitio íbamos...

—Uhm si, tienes razón...— digo para no quedar mal—. Oye, ya estoy llegando así que te dejo. Prometo llamarte más tarde.

—¡Pásala bien!— exclama antes de que corte la llamada.

Tengo que tomar varias respiraciones antes de atreverme a entrar, no quiero que mis nervios me jueguen una mala pasada o algo por el estilo. Me convenzo a mí misma de que estoy haciendo lo correcto y al ponerme frente a la puerta de su departamento me atrevo a tocar.

—Hola, Keshia.— saluda en cuanto me abre la puerta, el olor del caro perfume que se solía echar inunda mis fosas nasales y tengo que poner mucha fuerza de voluntad para no embriagarme con algo tan simple.

Joder, olía tan exquisito...

—Buenas tardes.— respondo con una breve sonrisa, mis ojos abandonan los suyos para fijarse en su vestimenta. La camisa corta dejaba a la vista sus bíceps, me sorprendí al verlo musculoso. Me imaginaba que con tantas horas detrás de un escritorio no tendría tiempo ni pasa pensar en gimnasio.

Que equivocada estaba...

Y maldito traje que ocultaba cosas como esta.

—Iré a por mi maleta, puedes esperar dentro.— dice señalando con su mirada el interior.

Yo asiento mientras que doy unos pasos para entrar, mi mirada recorre el lugar una vez más mientras que él se aleja a lo que supongo que es su habitación.

Sin poder evitarlo camino hasta el mueble de color blanco que adorna la sala, hay un único cuadro encima de este así que mis ojos no tardan en inspeccionarlo.

Se trataba de una foto de sus amigos y él, todos conocidos. De izquierda a derecha: El magnate Camacho sonriendo de forma reluciente, el magnate Vélez con una sonrisa ladeada, el magnate de Jesús sacando su lengua, el magnate Colón haciendo un gesto con sus dedos y el magnate Pimentel guiñando un ojo.

—Son mis mejores amigos.— dice su voz a mis espaldas—. Tal vez en el ámbito profesional parezcan unos hijos de puta... Bueno, tal vez lo sean. Pero fuera son unas increíbles personas, las mejores que pude haber conocido en toda mi vida.

—En el ámbito profesional también son increíbles, tú incluido. De lo contrario no habríais llegado a donde estáis ahora.

—Gracias, linda.— responde ladeando la cabeza—. Es bonito saber que aún hay personas que piensan de esa forma.

—No soy la única que piensa así, señor de Jesús.— niego con la cabeza—. A la vista está.

Permanece en silencio un par de segundos, repara en la foto que había estado observando y finalmente me mira, sonríe mientras niega con la cabeza.

—Llámame Zabdiel.— dijo guiñándome un ojo.

—No es correcto, eres mi jefe y...

—El que da las órdenes soy yo, quiero que me llames por mi nombre y no por mi apellido.— murmuró encogiéndose de hombros.

Sonrío mientras asiento, no es lo adecuado pero si así lo pide... No voy a llevarle la contraria ya desde el primer día.

—¿Lista para el viaje?— pregunta, yo soy rápida en asentir—. El avión está esperándonos.

—¿Puedo preguntar a donde iremos?

—Acabas de hacerlo.— murmura divertido.

Touché... pero al menos podría molestarse en responderme, ¿no?

Mantiene esa sonrisa burlona todo el tiempo hasta que llegamos a la pista en donde estaba el avión ya listo para despegar. Trago saliva sin poder evitar los nervios del momento, una chica se encarga de nuestras maletas mientras Zabdiel me guía al interior de este.

No sería capaz de describir los lujos que allí había, estaba impresionada. Una cosa era verlo en las películas y series y otra muy distinta vivirlo en primera persona.

Zabdiel me saca de mi estado de colapso cuando me indica que me siente y me ponga el cinturón, le hago caso.

Minutos más tarde el avión despega y yo me aferro al asiento como si mi vida dependiera de ello.

—Grecia.— dice en un susurro apenas audible.

Magnate De JesúsWhere stories live. Discover now