Capítulo 21

1.6K 158 21
                                    


Zabdiel de Jesús

Mis dedos se enredan en su cabello, la tengo sentada en mis piernas y mirándome como si acaso fuera lo primero que sus ojos han visto en el mundo. No me molestaba en lo más mínimo el hecho de que saliera a la luz lo que estoy iniciando con ella, si por mi fuera se lo gritaría al mundo entero para presumir de la hermosa chica que había decidido quedarse a mi lado tras unas vacaciones en Skopelos... Sin embargo, habría que esperar a volver a Estados Unidos para saber si eso sería realmente cierto.

—Prométeme que no me romperás el corazón.— pedí pegando mi frente a la suya.

—¿Me ves capaz de algo así?— preguntó en voz baja.

No, la respuesta era que no.

Pero tampoco veía a Katherina capaz de hacerlo y terminé más que hundido tras amarla con todas las fuerzas que mi corazón me permitía en aquel entonces. Para mi no solo fue un amor de instituto, yo si la quería a pesar de todo. Fui yo quien se pasó noches llorando solo en la habitación por no haberme dado cuenta de que estaba con la persona equivocada. También fui yo el que bebió varias veces hasta embriagarse en su honor, buscando la forma de olvidarla. Fui yo el que se culpó una y otra vez por todo lo que había pasado. Y fui yo el que tuvo que recomponerse como si nada hubiera pasado, recoger los pedazos de mi roto corazón y unirlos una vez más.

Nadie sabría nunca eso, nadie se enteraría... Porque al fin y al cabo el único que pasó por eso fui yo.

—Zabdiel de Jesús, te hice una pregunta.

—Tan solo promételo, por favor...

Sus manos toman mi cara, sus pulgares acarician mis mejillas despacio y por un momento parece que me olvido de todo.

—Yo, Keshia Miller, prometo que jamás te romperé el corazón.

Un suspiro se escapa de mis labios, lo dice con tanta sinceridad que la creo. Solo sé que si en algún momento no hace caso a su promesa y termina rompiéndome el corazón, yo no podré soportarlo.

—Te estoy entregando mi corazón, bonita.— confieso en voz baja, temo que si hablo más alto vaya a romperse la promesa que me hizo hace tan sólo segundos—. Y si lo rompes, llévalo contigo, no me lo devuelvas porque me dolerá más.

Sus cálidos labios toman los míos con suavidad, enseñándome que no soy el único que está poniendo todas sus fuerzas en esto.

No conocía su historia, no sabía si hubo algún chico que le rompió el corazón, no tenía ni la menor idea de sus miedos o lamentos...

Solo sabía que conmigo no pasarían esas cosas, si la voy a amar lo haré con todo. Eso de quedarme a medias nunca fue mi estilo... Además de que ella no se lo merecía, no iba a darle una estrella cuando merecía el cielo completo.

—Nada de rompernos el corazón.— susurra rozando su nariz con la mía.

Mis labios hacen contacto con su frente mientras mis brazos la pegan más a mi cuerpo. Quisiera detener el tiempo y congelar este momento, pero la suerte no está de mi parte ya que mi teléfono suena en mi bolsillo.

—Deberías de coger la llamada.— aconseja levantándose, hago un puchero al perder todo tipo de contacto corporal con ella—. No me pongas esa cara, iré a darme una ducha mientras tanto.

Besa mi mejilla antes de echar a andar hacia el baño, tomo mi teléfono maldiciendo al que sea que esté llamando en este momento.

Christopher Vélez, genial.

—¿Qué?— pregunto con sequedad.

—Esas no son formas de responderle a tu mejor amigo.

—¿Quien te ha mentido tanto?— cuestiono negando con la cabeza—. No eres mi mejor amigo desde hace veinte segundos, hijo de puta.

—Oh, no me digas que ibas a follarte a la chica.— chasquea su lengua—. Entonces he llamado en mal momento.

—No era eso, era un momento muy bonito a decir verdad.

—Llámalo como quieras...

—¿Y tú por qué diablos me llamas? ¿Acaso no tienes mejores cosas en las que perder el tiempo?

—Solo era para reclamarte.— responde con fastidio—. Te digo que no hagas una cosa y es lo primero que haces, ¡no habían pasado ni veinte minutos desde que te lo advertí!

Lo peor es que tenía razón... Y cuando alguien tenía razón era mejor dársela.

—Lo sé, fue un despiste.— me excusé—. Pero tampoco está tan mal... No voy a dar explicaciones sobre mi vida privada, me voy a limitar a disfrutar el tiempo que nos queda aquí porque muy pronto ya volvemos a Estados Unidos.

—¿Le tienes miedo a la vuelta?

—Si.— confieso—. Pero confío en que todo seguirá igual e incluso mejor.

—Te conozco, Zabdiel, es obvio que las cosas serán así porque tú harás todo lo que esté en tu mano para eso.

Una sonrisa se dibuja en mis labios de inmediato porque sé que tiene razón.

Si algún inconveniente nos impedía continuar con esto yo iba a hacer lo posible y hasta lo imposible para eliminarlo y que todo fluyera. Keshia era una chica increíble que se merecía todo lo bueno que le podría pasar a alguien... Y mi propósito no era otro más que amarla y darle todo lo posible para tenerla feliz a mi lado.

Magnate De JesúsOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz